Luiz Inácio Lula da Silva salió a pie del sindicato de metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo en un clima de tensión provocado por militantes que intentaron evitar su entrega a la Justicia y se dirigió a un vehículo de la Policía Federal que le esperaba en las inmediaciones.
El convoy de la Policía que llevó al expresidente estuvo compuesto por vehículos oscuros sin insignias de la institución, tal como había solicitado la defensa de Lula. El exmandatario logró abandonar la sede sindical en su segundo intento, ya que la primera vez un grupo de simpatizantes rodeó su auto y le impidió avanzar.
A su llegada a la sede de la Policía Federal en Sao Paulo, el convoy policial tuvo que reducir su marcha por la aproximación de centenas de manifestantes, entre partidarios y opositores. Los vehículos prácticamente tuvieron que parar en el portón de la instalación policial por la aproximación de manifestantes, algunos gritando su apoyo al considerado líder más carismático de Brasil y otros festejando su detención.
El líder del Partido de los Trabajadores (PT) cumplirá su prisión en una sala "especial" de unos 15 metros cuadrados y en cuyo interior hay una cama, una mesa con sillas, un baño privado y una ventana que da al patio interior de la sede policial. Esta sala está aislada de la veintena de reclusos que están internados en la sede policial, siete de ellos por el caso de corrupción en Petrobras, por el que fue condenado Lula.
El juez federal Sergio Moro, responsable de la investigación del gigantesco escándalo de corrupción, y quien condenó al exgobernante, emitió la orden de detención el pasado jueves, un día después de que la Corte Suprema negara el "habeas corpus" solicitado por Lula para atrasar su encarcelamiento. Esta es la primera vez en la historia de Brasil en que un presidente es encarcelado por un delito común, pues otros han sido apresados, pero por motivos políticos.