Una reyerta entre dos clanes rivales en una cárcel de Manaos, capital del estado de Amazonas, terminó en masacre, con al menos 56 muertos, un suceso que dejó patente la guerra por el control de las cárceles en Brasil.
Inicialmente se informó de sesenta muertos, pero el Comité de Gerencia de Crisis de Seguridad Pública de Amazonas precisó que 56 presos murieron en el Complejo Penitenciario Anísio Jobim (Compaj) y los otros cuatro fueron asesinados en la Unidad de Prisión de Puraquequara (UPP), en la zona rural de Manaos.
El balance más reciente de las autoridades indica que un tercer motín, hasta ahora sin muertos, se produjo en el Centro de Detención Provisional Masculino (CDPM) de Manaos, y que del Compaj se fugaron 112 presos.
La sublevación en el Compaj, la más grave de las tres ocurridas en las últimas horas en Manaos, comenzó el domingo por la tarde, cuando miembros de Familia do Norte (FDN), que mantiene el control sobre la prisión, iniciaron una disputa con integrantes del Primer Comando de la Capital (PCC), que opera en Sao Paulo.
El motín dejó un reguero de sangre en el presidio, donde decenas de personas fueron brutalmente asesinadas –con descuartizamientos y decapitaciones– y amontonadas en diversas áreas comunes del complejo, situado en las afueras de Manaos.
La mayoría de los asesinados son integrantes del PCC, al que la FND quiso mandar un "recado" sobre su poder en la región, según informó hoy el secretario de Seguridad Pública del estado, Sergio Fontes, en una rueda de prensa.
"Sólo hubo muertes en un lado. La FDN masacró a los supuestos integrantes del PCC y a algún que otro preso. No hubo contrapartida de la otra facción", indicó.
Para Fontes, la masacre fue "un capítulo más de la guerra silenciosa" que el narcotráfico impone en Brasil y que, a su juicio, "no puede ser enfrentada tan solo por los estados".
La Secretaría de Seguridad Pública de Amazonas confirmó que se trata de la "mayor masacre del sistema de prisiones" de la región y la principal matanza entre presos de la historia de Brasil, cuyas cárceles viven una situación crítica.
En la lista de tragedias carcelarias, sin embargo, sobresale la que hace 24 años se vivió en una Casa de Detención de Sao Paulo, popularmente conocida como Carandiru, en la que murieron 111 reclusos, la mayoría a manos de la policía durante una intervención en el presidio tras un motín.
"Infelizmente estamos ante la mayor y más horrible masacre en los presidios de Brasil", aseguró Epitácio Almeida, presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Orden de Abogados de Brasil (OAB) en Amazonas, quien coordinó las negociaciones con los presos y trabajó por la liberación de 12 funcionarios que habían sido hechos rehenes.
El secretario de Seguridad Pública resaltó que la reyerta en el complejo penitenciario de Manaos es una muestra de la guerra que las facciones criminales han iniciado en busca de su espacio a nivel nacional, tanto dentro como fuera de los presidios.
La tensión se ha intensificado en algunas cárceles de Brasil tras la ruptura el pasado año entre el PCC y el poderoso Comando Vermelho, una banda criminal que controla el tráfico de drogas en Río de Janeiro y que es aliada de la Familia do Norte en la región de Amazonía.
La disputa entre ambos colectivos dejó decenas de víctimas en 2016. Tan sólo en octubre ocho presos murieron en una cárcel del estado de Rondonia tras una pelea entre miembros del CV y el PCC, apenas un día después de que otra reyerta entre las dos bandas dejara diez víctimas mortales en un centro penitenciario de Roraima.
"Esas organizaciones se alimentan principalmente del narcotráfico. Sus peleas por intereses acabaron en tragedia. Infelizmente eso ya ocurre en otros estados", añadió el secretario.
Recalcó que el suceso en Manaos no es un caso aislado y que el problema es mayor, "ya que se disputa dentro de los presidios y tiene una extensión de guerra que también tiene lugar fuera" de ellos.
El Ministerio de Justicia de Brasil se puso a disposición de las autoridades de Amazonas para resolver la situación en el presidio y llegó a ofrecer la ayuda de la Fuerza Nacional antes de que la rebelión fuera sofocada. El titular de la cartera, Alexandre de Moraes, ya había alertado el pasado octubre de que la disputa entre facciones podría generar conflictos fuera y dentro de las cárceles.