Una de las principales noticias de las elecciones peruanas celebradas el pasado domingo es la arrolladora victoria del partido Fuerza Popular para el Congreso de Perú en el que tendrán –a partir del próximo gobierno que se inicia el 28 de julio– una clara mayoría. Incluso, algunas proyecciones le dan mayoría absoluta, aunque por el momento esto no ha sido confirmado por las cifras oficiales. Esto se vio acompañado además por el triunfo en primera vuelta de su candidata Keiko Fujimori con casi 39,77% (al 96,07% del escrutinio).
Si bien se esperaba el primer lugar de Fujimori, la enorme votación del fujimorismo en el Congreso y su posible mayoría absoluta no estaba contemplada en ninguna de las encuestadoras. Esto le permitirá a su candidata –de ganar la segunda vuelta el 5 de junio– una gobernabilidad cómoda. En el mapa electoral, el color naranja –que identifica a Fuerza Popular– ocupa gran parte de la zona central, oriental (incluida la Amazonía) y del norte del Perú, salvo por Cajamarca, un departamento minero donde ganó un candidato local de la izquierda, actualmente en prisión.
Otra situación ocurre en la zona sur del país: el color verde del Frente Amplio, una coalición de varios partidos de izquierda, unos más radicales que otros, es el que domina el mapa. Ahí, Verónika Mendoza, una joven política de 35 años, ha logrado aglutinar el voto que tuvo Ollanta Humala en su momento y un voto de protesta ante la falta de atención del Estado en esas zonas. Esto ocurre salvo en el caso de Arequipa, la segunda región más importante del país, donde venció Peruanos por el Kambio, el partido de Pedro Pablo Kuczynski, que logró el segundo lugar en las presidenciales que le permitirá competir contra Keiko Fujimori por la presidencia.
En términos generales, lo que está claro es que Perú decidió en estas elecciones dejar de lado un experimento como el de Humala, en su origen de izquierda, y dar un importante giro a la derecha, a la que pertenece tanto el fujimorismo como el partido de Kuczynski, ex primer ministro y exministro de Economía. Ambos se verán las caras, posiblemente, en un debate y ahí podrán presentar sus planteamientos ante los principales problemas del Perú: inseguridad ciudadana, reactivación de la economía, la llegada de servicios básicos como el agua, el gas, la pobreza o la lucha contra la corrupción.
En cuanto a la izquierda, está claro que gran parte de los planteamientos y promesas de Humala en la campaña de 2011 no se llevaron a cabo. Ese castigo lo sufrió su propio partido que ni siquiera se vio en la capacidad de presentar un candidato y una lista al Congreso. Ahora con Mendoza a la cabeza logra colocar a una veintena de congresistas, aunque muchos dudan que esa coalición logre aguantar cinco años sin problemas o peleas internas.
Sea quien sea elegido el 5 de junio, lo cierto es que el fujimorismo ha cobrado aún más fuerza en el Perú. Si en 2011 Keiko Fujimori obtuvo 23,5%, hoy roza el 40% mientras que su grupo parlamentario pasa de 37 a entre 65 y 70 escaños, en ambos casos un aumento muy significativo. Mientras que sus seguidores celebran legítimamente, otros temen que esa posición privilegiada del fujimorismo y una posible presidencia de Fujimori los haga volver al final de los 90, una época con graves casos de corrupción en los que muchos de sus miembros se vieron involucrados.
Ahora empieza el momento de las conversaciones, las negociaciones y los posibles pactos y alianzas. No habrá apresuramiento ya que la segunda vuelta será aún en junio pero el más urgido de acuerdos es sin duda Kuczynski quien buscará aglutinar al antifujimorismo. En su contra tiene el recuerdo de muchos peruanos que no olvidan su apoyo a Keiko Fujimori en la segunda vuelta de las elecciones de 2011. Llegó incluso a acudir a su mitin de cierre de campaña para mostrarle personalmente este respaldo. Ahora tendrá que acercarse posiblemente a la izquierda que, sin duda, también buscará su propio beneficio.