No hay duda de que las elecciones legislativas del próximo domingo 6 en Venezuela son una de las más esperadas de los últimos tiempos. La razón es sencilla: muchas de las últimas encuestas publicadas dan como ganadora a la coalición opositora de las Mesa de la Unidad Democrática (MUD), lo que en caso de darse abriría una ventana de esperanza para los demócratas y oposición venezolana que aguardan desde hace ya varios años un cambio de régimen. Si ocurre, podría ser el inicio de ese camino.
Sin embargo, Nicolás Maduro no parece dispuesto a que esto ocurra. Posiblemente consciente de la situación del chavismo –que ha perdido apoyos incluso en las zonas tradicionalmente cercanas al régimen–, el presidente ha aprovechado todas las oportunidades –es decir casi todos los días– para lanzar sus acostumbrados ataques, esta vez cargados de amenazas en caso de que la alianza chavista Gran Polo Patriótico (GPP) –que incluye al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV)– no tenga un resultado positivo y no mantenga su dominio en la Asamblea Nacional.
Las pruebas son claras. Comenzó hace ya muchos meses pero últimamente subrayó las consecuencias de una derrota. Ya en octubre dijo que el chavismo debía ganar los comicios "como sea" para garantizar que triunfe la "paz" ya que "el futuro está en juego". Es decir, la técnica del miedo. Después dijo estar "militarmente preparado" para asumir una posible derrota. También señala a los "enemigos" de Venezuela apuntando a muchos factores como responsables de sus problemas políticos y económicos. Señaló al eje Madrid-Bogotá-Miami y también a Washington. Todos ellos, según él, habían iniciado una batalla económica contra su país. España también fue centro de sus ataques lo mismo que Rajoy, cuyo apellido también pronunció estos días. Lo único seguro es su nerviosismo y ahora llega a perder la paciencia incluso con sus seguidores.
El hecho es que queda poco y los ojos del mundo estarán atentos a que se respete un libre ejercicio de la democracia, con unas elecciones libres, algo que no parece tan sencillo en Venezuela. Es posible de que si gana la oposición, Maduro no esté muy listo para aceptarlo. La otra posibilidad es que acepte los resultados pero que presione al legislativo con una serie de maniobras ante de que estos asuman sus cargos. Hay un antecedente: cuando Antonio Ledezma –hoy en situación de arresto domiciliario– se convirtió en 2008 en alcalde del Distrito Metropolitano de Caracas. A partir de ahí tuvo que sufrir el acoso del gobierno chavista que no lo reconoció en un inicio en el cargo.
Para este proceso, la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) es el único organismo aceptado por el régimen. Desplegarán por 11 estados a unos 40 técnicos. La Organización de Estados Americanos (OEA) ya no parece bienvenida sobre todo ante el cambio de su secretario general. El uruguayo Luis Almagro señaló que con el asesinato del dirigente opositor Luis Manuel Díaz en un acto de campaña se buscaba "amedrentar" a la oposición. En su respuesta Maduro lo llamó "basura".
La oposición pide al mundo su especial atención a lo que pueda ocurrir. Mitzy Capriles, esposa de Antonio Ledezma, dijo que "los ojos del mundo están puestos" sobre los invitados internacionales que acompañan las elecciones: "Señor Zapatero, señor Leonel Fernández, (Horacio) Serpa, les decimos que, aunque vienen por parte del gobierno, les decimos que los ojos del mundo están puestos sobre UNASUR y sobre ellos para que tengan la capacidad, como esperamos los venezolanos, de hacer valer democráticamente el triunfo nuestro el 6 de diciembre".