Desde que Hugo Chávez llegó al poder en Venezuela en 1992, el chavismo se acostumbró a culpar a los demás de los fracasos de sus políticas sociales y económicas. El más señalado fue casi siempre Estados Unidos y esta costumbre es imitada en la actualidad por su sucesor Nicolás Maduro.
Prueba de esto fue lo señalado por el presidente venezolano en su último programa En Contacto con Maduro. Para él, las palabras de los miembros de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), en especial las de su secretario ejecutivo, Ramón Guillermo Aveledo, respecto a la paralización del diálogo con el Gobierno revelan las presiones que reciben estos sectores de la oposición: "Sé las presiones que han recibido en sus familias, en los sectores golpistas, desde Miami y el poder del dinero". Pero sus teorías no acabaron ahí ya que también mencionó "las presiones que se ejercen en el lobby extremista del Tea Party".
Maduro parece aún creer en el diálogo que tanto ha mencionado: "No me voy a parar de la mesa de diálogo, espero que ellos tampoco se paren". Indicó que "ya el hecho de estar dialogando, debatiendo, es un avance democrático importante" aunque también subrayó que ve normal que existan diferencias en los temas que se han puesto sobre la mesa de discusión desde que se inició el proceso de diálogo el 10 de abril pasado.
El presidente se refirió al posible próximo encuentro: "Si la reunión del jueves se ratifica con la presencia de nuestro querido secretario de Estado, Pietro Parolini y los cancilleres de Ecuador, Colombia y Brasil, ahí estará como un clavel el ministro Rodríguez Torres llevando toda la información". Por eso concluyó que esperaba "que nadie se deje presionar por factores externos y no los obliguen a, una vez más, servir a intereses distintos de los intereses del país".