Los problemas entre Panamá y Venezuela se hicieron evidentes con los insultos de Nicolás Maduro contra el país centroamericano y en especial contra su presidente Ricardo Martinelli, a quien llegó a calificar de "lacayo rastrero", sólo porque se "atrevió" a sugerir a la Organización de Estados Americanos (OEA) que convocara una reunión para analizar la crisis de Venezuela. Esto no sólo provocó la ruptura de relaciones diplomáticas, sino también que Panamá hablara sobre posibles cuentas de chavistas en bancos de su país.
El conflicto entre ambos no ha quedado ahí y hace unos días la Cancillería de Panamá –país que celebra elecciones presidenciales el próximo 4 de mayo– recriminó que Caracas manifestase "en más de una ocasión" sus preferencias "por el candidato del partido político fundado por el general Omar Torrijos Herrera", es decir Juan Carlos Navarro del Partido Revolucionario Democrático (PRD), quien ya ha rechazado cualquier vínculo con el chavismo.
Además, este lunes el propio Ricardo Martinelli habló al respecto e instó a Venezuela –además de otros países extranjeros– a "sacar su mano peluda" del país: "Le quiero pedir muy encarecidamente a los gobiernos extranjeros, específicamente al gobierno de Venezuela, que saquen las manos peludas de la política panameña y que dejen de estar financiando candidatos panameños".
Se trata sin duda de una nueva contradicción de Maduro ya que hace muy poco rechazó cualquier injerencia de países extranjeros en la crisis de Venezuela, señalando en especial al expresidente colombiano Álvaro Uribe –a quien el ministro de Exteriores, Elías Jaua, llamó "asesino"– y por supuesto a Estados Unidos. De hecho, los chavistas, empezando por Hugo Chávez, siempre culparon a Washington de todos los problemas sociales, económicos y políticos que parece Venezuela.
Pero si de "injerencia" se trata, el chavismo es un ejemplo perfecto. Durante sus 12 años como presidente, Hugo Chávez nunca dejó de intervenir en la política de otros países de la región, a tal punto de apoyar –según muchas fuentes también financieramente en algunos casos– a ciertos candidatos alineados al pensamiento bolivariano: Evo Morales en Bolivia, Daniel Ortega en Nicaragua o también a Ollanta Humala en Perú, en este último caso sobre todo en el proceso electoral de 2006, aunque cinco años después lo llegó a tratar de "buen soldado".