Es una costumbre que el presidente de Venezuela culpe a EEUU de los problemas de Venezuela y también de organizar planes contra su persona. Lo ha hecho en los últimos meses, imitando como siempre a Hugo Chávez, y repitió la misma estrategia al negarse a viajar a la Asamblea General de la ONU al existir, según él, "dos provocaciones" que ponían su vida en peligro.
Nicolás Maduro dijo que dichas "provocaciones" podrían haber desestabilizado la Asamblea General y dado lugar a una campaña internacional en su contra: "Había dos provocaciones que se preparaban en mi contra en Nueva York, una más grave que otra, por lo que decidí suspender el viaje para cumplir un objetivo prioritario: preservar mi integridad física y el honor de los venezolanos". Sin embargo, y como suele ser normal en su caso, rechazó dar detalles sobre estos planes. Lo único que se atrevió a decir es que los diplomáticos estadounidenses Roger Noriega y Otto Reich "tenían un plan loco".
Esto no parece haber gustado a EEUU y a través de su embajada en Caracas ha caído en el juego del chavista al reaccionar a estas acusaciones. En un comunicado, la delegación criticó las acusaciones pese a no haber presentado "ninguna evidencia directamente relacionada con este plan". Agrega que "el Gobierno de Estados Unidos rechaza categóricamente que se le involucre en cualquier tipo de complot para atentar contra oficiales venezolanos, contra ciudadanos venezolanos o para desestabilizar al Gobierno venezolano".
Por esa razón, insta al Gobierno de Venezuela a que si "tiene evidencia que soporte estas alegaciones, debería hacerlas llegar a las autoridades norteamericanas para que puedan ser investigadas".