Las protestas en Brasil continúan, tras casi diez días, en los que la población brasileña ha mostrado un descontento creciente con el gobierno.
La presidenta brasileña Dilma Rousseff tiene que hacer frente a la mayor crisis social desde que fue elegida presidenta con el 56% de los votos en el año 2010.
Desde el punto de vista español, esta crisis puede sorprender, ya que Brasil aparece como un vivero de oportunidades con una tasa de paro ínfima. Sin embargo, la situación económica brasileña se ha degradado mucho en los últimos meses. Durante el año 2012 el crecimiento fue del 0,9% mientras que la inflación superó el 5% del PIB. Estas dos circunstancias han provocado una degradación de las condiciones de vida de los brasileños y es de hecho el aumento de precios lo que ha desatado el estallido social.
La subida de precios del trasporte público
La más grave ocurrió en Sao Paulo, el martes por la noche. 5000 personas se enfrentaron a la policía e infligieron serios daños al mobiliario urbano, especialmente a autobuses y vagones de metro.
La manifestación estaba liderada por el Movimiento Paso Libre, grupo poco importante, cuyos postulados son similares a los del español Yo no pago. Sin embargo, sus reivindicaciones eran compartidas por el alcalde de Sao Paulo, Fernando Haddad e incluso por las juventudes del partido de Dilma Rousseff, lo que los dotó de mayor legitimidad.
La Copa Confederaciones prende la mecha
A la manifestación convocada en las horas anteriores al partido inaugural, se unieron otros grupos como por ejemplo el movimiento Sin Techo, que protesta por el excesivo número-50 000 personas- y la lamentable situación de las personas sin hogar en Brasil.
La manifestación de Brasilia propició por tanto una generalización en los temas de protesta, con unas reivindicaciones mucho más variadas.
Manifestaciones masivas
En los últimos días se han producido numerosas manifestaciones, en su gran mayoría pacíficas, con el objetivo principal de exigir un mayor gasto en servicios públicos y un esfuerzo en la lucha contra la inflación. Los manifestantes también solicitan combatir la corrupción y mayores inversiones en sanidad y educación.
Los manifestantes son en su mayoría jóvenes y universitarios, descontentos con la marcha actual del país y ya han sido bautizados por parte de la prensa como los Indignados brasileños.
En las últimas horas cerca de 100 000 personas se han manifestado en Río de Janeiro contra el gobierno y los manifestantes en Brasilia han llegado incluso a ocupar la rampa de entrada al Congreso.
Dilma Rousseff se ha visto por tanto obligada a contemporizar y según Gilberto Carvalho, secretario general de la Presidencia está dispuesta a dialogar con los manifestantes.
La presidenta brasileña se ha visto por tanto superada por el gran crecimiento de un movimiento que empezó siendo minoritario y con él que se identifican ahora gran parte de los brasileños.