Terminada la campaña electoral en Ecuador el pasado jueves, el presidente Rafael Correa no parece sentirse amenazado para lograr su reelección, un resultado que nadie, ni siquiera los más fervientes opositores, parecen poner en duda.
Los datos de todas las encuestas registradas en las últimas semanas conceden a Correa una amplia ventaja sobre el resto de candidatos y algunas de este mismo sábado le dan hasta un 68% de las preferencias, con lo que podría salir reelegido cómodamente en primera vuelta. Incluso podría evitar la segunda vuelta sin lograr ese resultado ya que la ley electoral ecuatoriana exige al menos la mitad de los votos válidos más uno, es decir sin incluir ni nulos ni blancos, o contar con más de un 40% de los sufragios y una diferencia de al menos 10 puntos porcentuales con respecto al segundo candidato.
En las elecciones de este domingo, en el que votarán 11,6 millones de ecuatorianos para elegir tanto presidente como vicepresidente y 136 parlamentarios, Correa representa al partido Alianza País y tendrá como principales contrincantes al representante del Movimiento CREO (Creando Oportunidades), el exbanquero Guillermo Lasso, un hombre con menos reconocimiento popular, y también el líder de Sociedad Patriótica, el expresidente Lucio Gutiérrez, que se dio a conocer por haber respaldado la revuelta que destituyó a Jamil Mahuad del poder, para después ser también derrocado.
Quiere "descorreizar" Ecuador
Poco antes del final de la campaña, Correa anunció que se retirará de la vida política tras su próxima periodo presidencial, en el que quiere "hacer cosas nuevas y mejores", al considerar que hay que "descorreizar" al país, y porque además se lo debe a su familia.
En una entrevista concedida al diario El Telégrafo, explicó que cuando "llegue alguien más de Alianza País o de la oposición, mi presencia siempre va a ser perturbadora y prefiero retirarme, dejar florecer al resto. Lo que menos quiero ser es un Álvaro Uribe o un (León) Febres-Cordero", en alusión los ex presidentes colombiano y ecuatoriano.
Además, consideró que "no hay que personalizar el proceso de Revolución Ciudadana". "Lo que más me molesta es que alguien se llame 'correísta' –ni yo soy 'correísta'– porque todos somos necesarios, nadie es imprescindible", dijo, y agregó que "esto es un proyecto político de decenas de miles de personas y tiene que continuar con o sin Rafael Correa".