La Unión Europea prometió entregar cazas de combate a Ucrania para que este país pudiese seguir haciendo frente a la invasión de Rusia. El Alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, dijo que pagarían por ellos a cualquiera de los cinco países europeos con material del antiguo bloque soviético que los cediese. Pero, pese a que son aparatos obsoletos y en unos años solo servirán para chatarra, ninguno quiso.
La razón que esgrimían los cinco países que siguen teniendo operativos cazas Mig-29 –solo es eficaz entregar cazas a Ucrania que sus pilotos ya tengan dominados, lo contrario les haría ser blancos fáciles para los pilotos rusos– es que ceder esas aeronaves pondría en peligro sus propias posibilidades de defender su espacio aéreo y su territorio soberano ante una posible invasión rusa. Esa situación no se podía compensar únicamente con dinero.
Estando en punto muerto la oferta de la UE y ante la necesidad imperiosa de impedir que Rusia termine consiguiendo la temida supremacía aérea, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, pidió a Estados Unidos dos posibles soluciones. La primera, que la OTAN decretase un aérea de exclusión aérea en Ucrania. La segunda, que de no ser así se les facilitase cazas de combate para continuar defendiendo su país.
El área de exclusión aérea era inviable. Significa que la OTAN prohíbe que cualquier aeronave vuele en el espacio aéreo ucraniano, algo que no iban a aceptar los rusos. De este modo, los cazas de la alianza tendrían que garantizar esa exclusión sobrevolando los cielos ucranianos y derribando los cazas o helicópteros rusos que intentasen volar, lo que podría ser considerado como un claro casus belli por el Kremlin y, por tanto, iniciar una guerra OTAN-Rusia.
La opción de entregar cazas es la más viable. Polonia, uno de los cinco países de la UE y la OTAN que todavía tiene Mig-29 en servicio, se encuentra modernizando su fuerza aérea. Ha hecho dos movimientos para ello. El primero, la compra de cazas F16 Bloque 52, de los que ya tiene las 48 unidades en servicio. El segundo, la compra de los modernísimos cazas F35A, de los que ha pedido 32 unidades, y que tardarán algunos años todavía en recibir.
Estados Unidos puede facilitar a Polonia, a cambio de dar Mig-29 a Ucrania, el mismo número o similar de cazas F16, que los pilotos polacos podrían usar de inmediato para proteger su espacio aéreo, lo que no sería una merma en la protección de su espacio aéreo sino una mejora. A esto habría que añadir el negocio económico que supone cambiar unos cazas modernos, aunque sean de segundo mano, a cambios de unos que solo valen para chatarra.
Por si fuera poco, el Gobierno de Washington, que tiene ya cazas de combate destacados en Polonia por la amenaza rusa en misión OTAN, podría apoyar a Polonia en tareas de Policía Aérea para aumentar aún más la protección del espacio aéreo polaco. Algo que podría hacer con los aparatos que ya tiene desplegados en este país del Este de Europa o mandando más unidades a la zona.
Unas contraprestaciones a la cesión de cazas a Ucrania que no puede dar la UE. En primer lugar, porque son pocos los países europeos con cazas F16 y a ninguno le sobran como para entregarlos de forma inmediata a Polonia. En segundo lugar, porque los grandes países de la UE, que también son socios de la OTAN, ya tiene sus fuerzas aéreas muy castigadas con apoyos a misiones de Policía Aérea en otros países como Estonia, Lituania, Rumanía, Bulgaria, Albania e Islandia.
Por si fuera poco, a cambio de esa cesión de cazas a Ucrania, Estados Unidos podría desviar alguno de los cazas F35A que vayan saliendo de la fábrica para su fuerza aérea y entregárselos a Polonia, adelantando la recepción polaca de las unidades adquiridas, aunque se trate solo de unas pocas unidades y el resto se vayan entregando en los plazos acordados por el Gobierno de Varsovia y Lockheed Martin, el fabricante estadounidense de estos cazas.
El gran problema que tienen que gestionar Estados Unidos y Polonia para entregar los cazas a Ucrania es cómo hacerlo. Un problema que es posible que haga totalmente inviable el trasvase de ese tipo de aparatos. La pasada semana varios pilotos ucranianos cruzaron a Polonia para recibir los aparatos prometidos por la UE y que todo apunta a que jamás recibirá. Rusia ha reaccionado rápidamente y ya ha advertido que si cualquier caza ucraniano usa instalaciones de cualquier otro país será considerado como casus belli.
Por tanto, los estrategas estadounidenses, polacos y ucranianos tienen que idear ahora una forma de llevar esos aparatos a suelo ucraniano sin que sean detectados por la inteligencia rusa, para que no sean rápidamente atacados por los misiles rusos, ya que no hay ninguna duda de que Moscú tratará de destruirlos en el primer aeródromo o hangar militar o civil al que lleguen, sin dar oportunidad si es posible a que puedan hacer su primer vuelo.