Desde hace una semana, miles de ucranianos pasan día y noche encerrados en un búnker, rezando para que el sonido de las bombas y los tiroteos termine cuanto antes. No saben cuánto podrán sobrevivir en estas circunstancias y, por eso, no dudan en tratar de explicar al mundo el sufrimiento que hay tras las estrategias geopolíticas y los grandes titulares que deja la invasión rusa.
"Me llamo Victoria y tengo 26 años", empieza el relato que esta joven ucraniana nos envía desde el búnker de Kiev en el que se refugia desde hace días. Su familia se encuentra en una aldea situada a unos 100 kilómetros, pero ella no ha logrado salir de la ciudad. La acompaña uno de sus hermanos, que todas las mañanas sale a la superficie "para ayudar a la gente con lo que pueda: comprar comida, lavar la ropa…". Su novio no ha tenido más remedio que empuñar las armas "para ayudar a los militares y proteger nuestro país".
A su lado, o en habitaciones contiguas, se esconden también familias con hijos pequeños. "Hay una niña que tiene dos semanas de vida y un niño que el otro día cumplió un año", relata mirando a cámara para hacer ver al mundo la delicada situación de sus compatriotas. "Es horrible, porque los rusos están atacando por todas partes y matando a muchísima gente civil", explica en español gracias a todos los veranos que pasó en nuestro país desde los 6 a los 17 años.
Hoy, su "segunda familia" en Madrid sufre con ella en la distancia los ataques del ejército ruso. "Están bombardeando y destruyendo las casas, si la gente civil sale a la calle, matan a todos. Les da igual si son niños, gente mayor, jóvenes… Les da igual todo", lamenta tratando de contener la rabia y la angustia que la invaden. En el video que envía a Libertad Digital, Victoria denuncia que "los rusos están mandando a Kiev bombas de vacío, aunque estén prohibidas" y que los misiles están arrasando la capital: "Hace unos días, muy cerca de nuestra casa, a unos 10 minutos andando, han explotado una torre de televisión y han muerto cinco civiles".
Además, lamenta que muchos fallecidos son literalmente abandonados. "No los pueden salir a recoger, porque si salen, alguien los mata, entonces hay gente muerta que está dos o tres días tirada en la calle", narra dibujando un panorama completamente desolador. La conexión se corta justo antes de dirigirse a los ciudadanos del mundo que la puedan estar viendo, escuchando o leyendo, pero horas más tarde nos envía un segundo vídeo.
"No he sentido tanto miedo en mi vida. Da miedo dormirte, porque piensas que si te duermes, no vas a despertar jamás", confiesa antes de pedir ayuda a Europa y al mundo. "Que no tengan miedo, que salgan a las calles y que hagan todo lo posible", concluye su relato. Consciente del temor que pueden provocar las amenazas de Rusia, Victoria dedica sus últimas palabras a convencer a ciudadanos y gobernantes que puedan estar dejándose llevar por ese sentimiento: "No tengáis miedo de Putin, porque aquí no tenemos miedo y estamos luchando por nuestras vidas. Os pido que también vosotros hagáis todo lo posible. Un abrazo muy fuerte".