Según ha informado en un comunicado el Ministerio de Defensa del país, ocho militares rumanos murieron en la noche de este miércoles junto al mar Negro al estrellarse un avión militar de las Fuerzas Aéreas rumanas y, poco después, el helicóptero que había salido en su rescate.
El avión siniestrado es un MiG-21 LanceR que estaba realizando una misión de patrullaje en la región de Dobrogea, en la costa del mar Negro, en el sureste de Rumanía. A bordo del caza viajaba únicamente el piloto, que falleció en el acto, según la información disponible.
El avión había salido de la base de Mihail Kogalniceanu, situada junto un aeropuerto comercial y en la que hay desplegados miles de soldados de la OTAN.
El helicóptero, por su parte, era un IAR 330 Puma que se estrelló poco después de hacerlo el avión y que, de hecho, había partido en una misión para encontrar el caza, tras desaparecer este de los radares. Siete militares viajaban a bordo del aparato.
A pesar de las sospechas que despierta el incidente en una zona tan cercana a la guerra de Ucrania, en principio el Ministerio de Defensa rumano achaca ambos accidentes a las malas condiciones meteorológicas.