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La anunciada entrega de cazas de combate, el posible gran fracaso de la ayuda bélica de la UE a Ucrania

Pilotos ucranianos han cruzado la frontera para recoger unas aeronaves que no llegan y que pese a las promesas europeas es posible que nunca reciban.

Caza Mig29 de la fuerza aérea ucraniana | Flickr Min. Defensa Ucrania

La gran mayoría de los países europeos están cerrando filas junto a Ucrania ante la invasión sufrida por los efectivos militares de la Rusia de Vladimir Putin. Días antes de que la agresión se produjera, varios de ellos comenzaron el envío de material bélico al Gobierno de Kiev para apoyarle en su defensa frente al invasor. Unas vez iniciadas las hostilidades, han sido muchos más los que les han enviado material militar, ya sea defensivo u ofensivo, así como medios logísticos imprescindibles.

La Unión Europa se ha sumado también a esta iniciativa como institución, más allá de lo que están haciendo de manera bilateral con Ucrania sus países miembros. En los últimos días ha anunciando la puesta en marcha de un fondo de 500 millones de euros destinado a la ayuda del Gobierno de Kiev. 450 millones de esa bolsa económica irán destinados a material bélico. Los otros 50 millones a ayuda humanitaria y sanitaria.

En pleno anuncio de este fondo europeo, el Alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, anunció que la organización supranacional facilitaría cazas de combate a Ucrania para que pudieran seguir disputándole el espacio aéreo de su país a los rusos. Dijo que todos los gastos que supusieran entregar esas aeronaves sería sufragado por la propia UE.

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Varios días después de este anuncio, empieza a quedar claro que va a ser inviable facilitar cazas de combate al Ejecutivo de Kiev. Varias decenas de pilotos ucranianos han cruzado la frontera ya y se encuentran en suelo polaco a la espera de una cazas de combate que no existen. Y que con toda seguridad no van a existir. Lo que no queda claro ahora es si las palabras de Borrell fueran meditadas o fruto de la excitación política.

Para explicar por qué ha sucedido esto hay que tener en cuenta dos cuestiones. La primera, que los cazas de combate no son como los coches, los fabricantes no suelen tener stock, sino que se fabrican previo pedido y con un plan de pagos negociado. Es decir, que no se puede acudir a la fábrica para comprar cazas y tenerlo en 24 horas en la puerta de casa porque siempre hay unas unidades en stock que tienen para enseñar y que encima si te las llevas sale todo más barato.

La segunda es que pilotar cazas de combate no es como conducir un vehículo. En Occidente se diseñan de una manera. En el antiguo bloque soviético y en la Rusia actual, de otra. El instrumental, los procedimientos de vuelo, la adaptación al armamento o los radares… todo eso lleva un tiempo, por lo que lo normal es que un piloto experimentado tarde varios meses en adaptarse a un nuevo caza de combate. Es normal, incluso, que llegue hasta los seis meses.

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Este tiempo necesario de adaptación no es único de la aviación militar, sino que también existe en la civil. De hecho, para volar una aeronave en cualquier aerolínea comercial no sólo se pide el título de piloto comercial, sino que se tenga el certificado o título del modelo de aeronave exacto que se va a pilotar en la ruta aérea encomendada. Lógicamente, una Ucrania bajo asedio ruso no tiene tiempo para que sus pilotos estén aprendiendo a pilotar un nuevo caza, necesitan una solución inmediata.

La única solución inmediata que se le puede dar es que se le entreguen cazas del mismo modelo que los que ellos tienen en su Fuerza Aérea. En este caso, Su-27 y Mig-29. El primer problema es que estos cazas son de fabricación soviética, por lo que no son utilizados por los países occidentales, solo por aquellos que fueron miembros en el pasado del Telón de Acero, lo que reduce de forma considerable el número de posibles donantes.

El siguiente problema es que estas aeronaves son ya bastante viejas -fueron diseñadas a principios de los setenta y puestos en el mercado a principios de los años ochenta- y todos los países de la UE que formaron parte del Pacto de Varsovia han intentado renovar su flota aérea en los últimos años. La situación a esta altura es que ya ningún país UE del antiguo bloque soviético tiene en uso cazas de combate Su-27, aunque algunos todavía tienen en uso vetustos Mig-29.

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Los problemas siguen. Los países de la UE que todavía tienen operativos los Mig-29 los han sometido en los últimos años a importantes procesos de modernización para alargar su vida operativa hasta que reciban nuevos cazas de fabricación occidental, les han cambiado radares, armamento, comunicaciones y otra serie de elementos para adecuarlos de la mejor forma posible a los estándares OTAN. Es decir, que ni siquiera son ya igual a los usados por los pilotos ucranianos.

La traca final es la negativa de los países con cazas Mig-29 a entregarlos. Ni Polonia, ni Eslovaquia, ni Hungría, ni Rumanía, ni Bulgaria quieren entregar esos cazas a Ucrania porque son esenciales para su defensa aérea en caso de un posible ataque ruso contra sus países, que desde su óptica de naciones que vivieron bajo el yugo del comunismo es bastante posible, ya que en la cosmovisión soviética de Vladimir Putin no dejan de ser traidores que se han aliado con el enemigo.

Es más, algunos de estos países han pedido apoyo para proteger su espacio aéreo a la OTAN porque el estado de operatividad de sus cazas es bastante lamentable. El Ejército del Aire español prestó apoyo el año pasado en Rumanía y lo está haciendo en estos momentos en Bulgaría. No quieren entregar sus Mig-29 pese a que la Unión Europea les pagaría dinero por ellos y el futuro real de estos aviones será ser vendidos al kilo como chatarra en un lustro o algo menos de una década.

Es muy posible por tanto que la entrega de los anunciados cazas de combate puede ser el gran fracaso de la política de la UE de apoyo con material bélico a Ucrania. Está por ver si son capaces de presionar a los países poseedores de Mig-29 para que entregar alguna unidad, a cambio de las prevendas que sean, o si por el contrario van a ser incapaces de entregar un solo caza al Gobierno de Kiev para que tenga un poco más de fuerza para resistir ante la invasión ucraniana.

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