Los acontecimientos siguen precipitándose. El Consejo de la Federación de Rusia, órgano que cumple las funciones de Senado en sistema político bicameral ruso, ha dado autorización este martes autorización al Kremlin para utilizar sus capacidades militares fuera de las fronteras territoriales del país. Una decisión que ha sido aprobada por unanimidad, sin un solo voto en contra de la misma.
La decisión llega sólo una horas después de que el Ejército ruso violase la frontera ucraniana y sus carros de combate comenzasen el proceso de ocupación de las áreas de las regiones de Donetsk y Lugansk que se encontraban controladas por las milicias rebeldes prorrusas y no bajo control del Gobierno de Ucrania. Se desconoce todavía cómo está siendo el despliegue ruso en estas zonas y ni la cantidad de efectivos con los que se está haciendo.
El viceministro de Defensa ruso, Nikolai Pankov, ha justificado la necesidad del uso de la fuerza militar en el exterior en que la situación en el Donbás –término que se emplea para el terreno que ocupan las dos regiones en conflicto bélico desde 2014– "se está intensificando" y Rusia "debería poner a los residentes (en la región) bajo su protección" para que no sean supuestamente aniquilados por las tropas ucranianas.
La narrativa de la intervención humanitaria lleva siendo desarrollada por Moscú desde finales de la pasada semana y tiene dos elementos. Por un lado, ataques de falsa bandera que serían llevados a cabo por tropas y saboteadores ucranianos y que en verdad están realizando los prorrusos. Por el otro lado, una supuesta crisis de refugiados, protagonizada por prorrusos que abandonan estos territorios ucranianos para refugiarse en Rusia.
Esta intervención humanitaria es asimismo compatible con la doctrina aprobada en 2014 por el Parlamento ruso, creada ad hoc para la anexión unilateral de la península de Crimea, que permite al Kremlin utilizar la fuerza militar en cualquier país en el que se interprete que existe una minoría rusa en peligro. Precisamente, en Donetsk y Lugansk la gran mayoría de la población es ucraniana de ascendencia rusa y tiene reconocida la nacionalidad rusa.
La aprobación de este uso de la fuerza tiene la vista puesta en esas zonas tanto de Donetsk como de Lugansk que no son controladas por los rebeldes, sino por el ejército ucraniano. El reconocimiento ruso de independencia de estas regiones ucranianas se refiere a todo su espacio territorial, no solo al que controlan ahora mismo, por lo que se abriría la puerta a que los militares rusos entren en batalla con el ejército ucraniano si este no se retira de esas zonas.