La coalición de gobierno de CDU-CSU con el SPD ha sufrido un nuevo golpe tras los resultados de las elecciones en una de las regiones más prósperas de Alemania, Baviera. Después de décadas de mayorías absolutas ininterrumpidas –la primera la alcanzó en 1962–, la Unión Socialcristiana, el partido hermano de los democristianos de Angela Merkel, se verá obligada a pactar para gobernar. Sigue siendo el más votado pero ha obtenido un 37,2% de los apoyos, 10,5 puntos menos que en 2013. Es su peor resultado desde 1954.
Que la CSU se tambalee es un buen motivo de preocupación para la canciller, que está viendo cómo los sondeos apuntan de forma unánime a una caída en la intención de voto desde hace meses. Pero no es el único: los resultados en Baviera dan otras claves de por qué son un serio aviso para Angela Merkel:
- La irrefrenable caída de los socialistas: ya no sólo son los sondeos. El SPD, el otro socio de Merkel y que en las últimas elecciones obtuvo el peor resultado de su historia, sigue en caída libre. En Baviera se ha convertido en una irrelevante quinta fuerza política: sólo logró un 9,7% de los votos, con una caída de 10,9 puntos respecto a las anteriores elecciones.
- El constante ascenso de la derecha populista: la AfD sigue ganando terreno en Alemania. Tras las elecciones del domingo, entra en el Parlamento bávaro por primera vez con un 10,2% de los votos, alimentada por la caída de CSU y del SPD. Pero no ha sido el único partido beneficiado por la pérdida de confianza en los partidos tradicionales: también han ganado apoyos Los Verdes, que se han convertido en segunda fuerza con un 17,5% de los votos frente al 8,9% de las anteriores elecciones. Analistas calculan que un tercio de los lectores descontentos de la CSU se fue a la AfD y otro tanto a los ecologistas.
- La frágil posición de un ministro clave de Merkel: los pobres resultados de la CSU ponen en el punto de mira al líder del partido, Horst Seehofer, ministro del Interior y uno de los protagonistas de las últimas tiranteces en el Gobierno. Los analistas coinciden en culparle de buena parte de la debacle del partido y le ven en la cuerda floja, tanto por sus roces con Merkel como con sus discrepancias con el líder local de la CSU. Por el momento no se habla de relevos: "No es momento para hablar de consecuencias personales, sino de buscar mayorías sólidas", ha dicho.
Las elecciones han dejado otros resultados: siguen en el parlamento los liberales del FDP con un 5,1% pero se queda fuera el independentista Partido Bávaro, que ha obtenido sólo un 1,7 por ciento de los votos, cuatro décimas menos que en 2013. Los postulados separatistas siguen sin convencer en Baviera, y de hecho el partido lleva perdiendo apoyos desde su fundación en 1946. Con un discurso crítico con las aportaciones del próspero Land al resto de regiones, el líder del partido habló de Cataluña en una reciente entrevista en El Mundo, donde vaticinó su independencia en cinco años y de Baviera, en 10. Meses antes, durante la polémica sobre la extradición de Puigdemont, se puso del lado del expresidente catalán. Pero con unos resultados de nuevo decepcionantes y sin voz en el Parlamento, el separatismo catalán seguirá sin aliados en Alemania.