La canciller alemana, Angela Merkel, se ha reunido este sábado con el presidente ruso, Vladimir Putin, en lo que es su primer encuentro bilateral en dos años. La tensión entre ambas potencias a raíz del conflicto de Crimea ha dado paso a un progresivo deshielo que parece romperse tras la visita de Putin a la residencia oficial de Meseberg, a 60 kilómetros al norte de Berlín.
El presidente ruso quiere que Alemania compre más gas natural y también ha pedido que se desbloquee el proyecto del gasoducto Nordstream 2 que atravesará Alemania, Finlandia, Rusia, Suecia y Dinamarca y que fue duramente criticado por el presidente estadounidense, Donald Trump: "Alemania firmó el acuerdo del gasoducto con Rusia. Van a estar pagando a Rusia miles de millones de dólares al año por la energía. Yo digo que eso no es bueno. No es justo. Estás peleando por alguien que luego le da miles de millones de dólares a ese país del que le estás protegiendo".
La dramática situación de Siria ha sido otro de los temas de la reunión. Merkel ha destacado la necesidad de evitar una catástrofe humanitaria y poner en marcha un proceso político acompañado de una reforma constitucional y posibles elecciones. Por su parte, Putin, ha subrayado la importancia de ampliar la ayuda humanitaria y reestablecer las infraestructuras más elementales. El objetivo final es frenar la migración masiva en el país de origen, aunque la propia Merkel se encargaba de rebajar las expectativas: "Se trata de una simple reunión de trabajo, no esperamos resultados concretos".
Precisamente este pasado jueves la canciller alemana llegó a un acuerdo con Grecia, muy similar al firmado con España, que implica la devolución de los inmigrante retenidos a su llegada a Alemania que hayan sido registrados previamente por las autoridades griegas. Firme en su estrategia de negociación bilateral, Merkel se centra ahora en las fronteras italianas y ya está negociando un pacto muy parecido con el ejecutivo de Giusepp Conte.