En una extensa entrevista en El País el presidente de la Comisión Europea habla largo y tendido sobre Cataluña. Lo hace en unos términos claros y tajantes. "Cataluña es una gran, una enorme preocupación. No me gusta la situación que ha provocado: es un desastre. En muchos sentidos. Ha enrarecido la atmósfera política, ha generado una fractura interna en la sociedad española, y en la catalana: crea problemas dentro de las familias, entre amigos. Es triste. Esto nunca debería haber pasado".
Jean Claude Juncker afirma que el "nacionalismo es veneno" y añade: "No me gusta la idea de que si formas parte de los ganadores de una nación eso te permite marcharte cuando y como quieras". El dirigente comunitario revela que "fuera de Europa" le preguntan "si España está en estado de descomposición: si el país se va a romper en dos. Yo digo que no, que la mayoría de los españoles se opone a la independencia, que ni siquiera en Cataluña la mayoría es clara".
Juncker avisa que "el Gobierno y la Generalidad pueden discutir el grado de autonomía, pero Europa es un club de naciones y no acepto que las regiones vayan contra las naciones. Menos aún fuera de la ley".
El presidente de la Comisión Europea es especialmente crítico con Carles Puigdemont. "No he tenido un solo contacto personal con Puigdemont. (…) Estoy con quien ha respetado el marco constitucional, no puedo apoyar a quien lo viola. (…) Si alguna vez creyó que lo apoyaríamos, debería desengañarse: no vamos a hacerlo. No hay un solo Gobierno en la UE que vaya a apoyar lo ocurrido en Cataluña tras el 1-O". Y añade que "las autoridades catalanas no deben subestimar el amplio respaldo que tiene Rajoy en toda Europa. Se equivocarían por completo si lo hicieran".
El dirigente europeo habla con especial cariño de España, con la que "nunca puede ser neutral". Y es que, según cuenta, "cuando tenía 18 años protesté contra Franco en las calles de mi país. Me manifesté contra el proceso de Burgos. España hizo algo extraordinario que ustedes llaman Transición: todas las fuerzas políticas, desde los comunistas de Santiago Carrillo a Adolfo Suárez y el rey Juan Carlos, consiguieron encauzar esas enormes tensiones en la Constitución. Yo viví todo aquello con gran intensidad: para la gente de mi generación, la Constitución española no es un simple trozo de papel que pueda vulnerarse así como así".