El Santo Padre ha sufrido una caída durante la celebración de una misa con motivo del 1.050 aniversario del cristianismo en Polonia que ha tenido lugar en el santuario de Jasna Gora, en Czestochowa.
Jasna Gora es la segunda escala de Francisco en su viaje a Polonia. Por la tarde, primer encuentro con los jóvenes de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en la explanada de Blonia en Cracovia.
El santuario de Jasna Gora es uno de los lugares de culto y peregrinación más importantes del país, donde se encuentra la imagen de la Virgen Negra, como se la conoce por su tez oscura y que la tradición católica indica como "pintada por San Lucas y por tanto el verdadero rostro de María", pero los expertos aseguran que es un icono bizantino fechado entre los Siglo VI y IX.
Antes de celebrar la misa en el santuario, Francisco acudió a la capilla donde se encuentra la imagen de la Virgen Negra, que presenta algunas rasgaduras cometidas por actos vandálicos en el Siglo XV. Allí ha tenido un momento de oración.
El motivo de la misa en Jasna Gora ha sido el mil cincuenta aniversario del "Bautismo de Polonia", la conversión al cristianismo del país.
El papa Francisco denunció la tentación, "que se infiltra por todas partes", de ser atraídos por el poder y la visibilidad en la misa ante 300.000 personas.
En la homilía, que pronunció en italiano y que después traducía al polaco un sacerdote, Francisco comentó el pasaje bíblico de las bodas de Caná con el milagro la conversión del agua en vino, para reflexionar sobre que "el Señor no mantiene las distancias, sino que es cercano y concreto, que está en medio de nosotros y cuida de nosotros, sin decidir por nosotros y sin ocuparse de cuestiones de poder". "Prefiere instalarse en lo pequeño, al contrario del hombre, que tiende a querer algo cada vez más grande", afirmó.
Y entonces denunció que "ser atraídos por el poder, por la grandeza y por la visibilidad es algo trágicamente humano, y es una gran tentación que busca infiltrarse por doquier; en cambio (hay que) darse a los demás, acortando distancias, viviendo en la pequeñez y colmando concretamente la cotidianidad".
Jorge Bergoglio subrayó que el Señor "prefiere a los pequeños" porque "hablan su mismo idioma: el amor humilde que hace libres". "Por eso llama a personas sencillas y disponibles para ser sus portavoces, y les confía la revelación de su nombre y los secretos de su corazón", señaló.
Y al respecto citó a los muchos polacos, "personas sencillas y también extraordinarias que han sabido dar testimonio del amor del Señor en medio de grandes pruebas" como san Juan Pablo II y santa Faustina Kowalska.
El Papa también mandó un mensaje a los hombres de la Iglesia y les recordó sus deberes: "Hay que escuchar, comprometernos y hacernos cercanos, compartiendo las alegrías y las fatigas de la gente, de manera que se transmita el Evangelio de la manera más coherente y que produce mayor fruto".