El presidente francés, François Hollande, ha presidido esta mañana una nueva reunión de crisis con los ministros y responsables de seguridad y defensa, inmediatamente después de recibir a los responsables de las principales religiones del país, según informa Efe.
El gobierno francés ha decidido movilizar a 23.500 policías, gendarmes, militares y reservistas para proteger los eventos estivales programados en todo el país ante la amenaza terrorista, que se encuentra en el nivel más elevado que se ha registrado hasta ahora. Con esto habrá más militares fuera de París, donde ahora se concentran el 40 % del total, y se aumentará el recurso a los reservistas de la Gendarmería.
Tras esta reunión, los representantes religiosos fueron recibidos en el Palacio del Elíseo en lo que pretendía ser un signo de unidad después del ataque contra la iglesia de Normandía. Éstos han pedido al jefe de Estado una mayor protección antiterrorista en sus templos.
El rector de la Gran Mezquita de París, Dalil Boubakeur, ha dicho esperar que los "centros de culto judíos, cristianos, musulmanes, sean objeto de una mayor atención". También condenó el "sacrilegio blasfemo" del asesinato del párroco Jacques Hamel diciendo que “es un acto al margen del islam que todos los musulmanes de Francia rechazan de la forma más firme".
El presidente de la Conferencia Episcopal de Francia y arzobispo de París, André Vingt-Trois, pidió a los católicos que eviten la tentación de la venganza y que no pierdan el sentido de su fe: "no nos podemos dejar llevar por el juego político del Dáesh, que quiere enfrentarnos a unos con otros". Ha calificado de “importante para la cohesión de nuestra sociedad” la relación hasta ahora “armoniosa” entre las diferentes religiones en Francia.