La Unión Europea se enfrenta a momentos decisivos para su futuro. Por si la crisis no hubiera dejado ya bastantes heridas, ahora se enfrenta a la posibilidad de que Reino Unido se vaya, los nacionalismos crecientes, y los populismos de extrema izquierda y extrema derecha.
Se espera con enorme inquietud el referéndum que celebrará Reino Unido para decidir su continuidad en la UE el próximo 23 de junio. Así lo pusieron de manifiesto el eurodiputado laborista británico de la Comisión de Asuntos Constitucionales, Richard Corbett, el socialista Ramón Jaúregui y Maite Pagazaurtundúa (UPyD) durante un seminario en la sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo esta misma semana, donde desvelaron que el Gobierno británico ha pedido a la UE que no haga campaña por el sí a la permanencia porque podría resultar contraproducente. Es decir, que ni aparezcan por allí ni abran la boca.
Richard Corbett explicó que el origen de esta iniciativa está en la división existente en el Partido Conservador británico. "El ala derecha neoliberal de ese partido se opone a la UE", así como al mercado único y a los sistemas de protección y quiere un mercado libre en el que las empresas hagan lo que quieran, además de tratarse de un grupo "ultranacionalista". Por otro lado estarían los "moderados", que creen que sería "un desastre para el Reino Unido" salir de Europa, que es el principal mercado de los productos británicos. Para acabar con esta división en su partido, a David Cameron, del ala moderada, no se le ocurrió otra idea que prometer un referéndum con la convicción de que no ganaría las elecciones y no tendría que cumplir su compromiso. Pero resultó que ganó y ahora tiene que cumplir su promesa.
Según Corbett, hay una mayoría a favor de permanecer en la UE, pero con poco margen, cogido con alfileres. La población más joven se inclina por quedarse, mientras que la de más edad opta por irse. El problema es que los jóvenes son reacios a ir a votar. Además, según denunció el eurodiputado, la mayor parte de la prensa no ayuda, en especial "los medios de Murdoch, que quieren dejar la UE".
La salida del Reino Unido de la UE no sólo tendría consecuencias económicas, sino también políticas. "Escocia votaría por quedarse, por lo que se reabriría la cuestión de la independencia, habría otro referéndum y saldrían del Reino Unido para volver a entrar en la UE", creado un precedente de consecuencias catastróficas para la secesión de Cataluña.
Ramón Jáuregui describió ese escenario que se presentaría si gana el sí a salir de la UE. "Si gana, habría dos años para preparar la marcha del Reino Unido", dándose la curiosa situación de que siempre ha habido cola para entrar y ahora un país fundamental decide dar el portazo. Ello alentaría también a los nacionalismos de otros países europeos. Además del problemón que crearía en España el desmembramiento del Reino Unido.
Francia y Alemania ya están pensando en una refundación de Europa, tanto si gana el sí como si gana el no, que consistiría en crear un núcleo duro de países en torno al euro -Francia y Alemania llevando la voz cantante- y una corona de países con relaciones "interesadas".
"Es clave que Reino Unido se quede en Europa", dice Jáuregui. "Europa sin Reino Unido estaría herida. No se pueden ir y por eso aceptamos" las condiciones que impuso Cameron, admite. "El sapo nos lo tenemos que tragar", dice Maite Pagaza con claridad.
Pagazaurtundúa cree que hemos llegado a esta situación por la "debilidad" de los líderes estatales ante los nacionalismos y su "pánico" a los populismos. Si es que "los referéndum los carga el diablo", sentencia.
No obstante, ninguno de los dos ve posible el fin de la UE. "Cuando creamos la Unión quemamos las naves, no puede caer". Eso sí, avanza "con un motor incendiado" y esperan tiempos de grandes "tensiones" y "conflictos". Pero "hay que pelear", considera Pagaza, aunque la solución sea una Europa a dos velocidades.
¿Y qué pinta España? Pues poco, en opinión de Jáuregui y Pagazaurtundúa. "España ha dejado de pesar por su vulnerabilidad institucional y política. El debate europeo está ausente en la política europea". En conclusión, España vive ensimismada mientras la nave en la que viaja corre serio peligro de zozobrar.