El papa Francisco ha propuesto que la Semana Santa, cuya fecha depende ahora del calendario lunar, se celebre cada año "en una fecha fija". Ésta podría ser la segunda semana de abril; el segundo domingo de este mes sería el de Pascua. El Domingo de Resurrección tiene su origen en la Pascua judía y se fija en la primera luna llena que cae en domingo después del equinoccio de Primavera, el 21 de marzo.
En unas declaraciones realizadas durante el II Retiro de Sacerdotes en la Basílica de San Juan de Letrán el pasado 12 de junio, Francisco afirmó que el problema de la Pascua es uno que se trata de solucionar "desde el beato Pablo VI". El pontífice considera que es importante establecer esta fecha para la Semana Santa, dado que si se sigue la tradición clásica de los monasterios más conservadores ortodoxos, las fechas se retrasarán año tras año y "se corre el riesgo de acabar festejando la Pascua en agosto, de aquí a 60 años".
Por ello, Francisco ha mostrado su disposición a llegar a un acuerdo, y que la Iglesia católica termine por "renunciar al primer solsticio después de la luna llena de marzo", una propuesta que ha motivado el aplauso de los sacerdotes, obispos y cardenales presentes.
Ya ha habido algunas reacciones, sin embargo, que apuntan a la dificultad de llegar a ese acuerdo. El presidente del Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales, Claudio María Celli, lo ve "muy difícil" y ha apuntado al hecho de que las grandes iglesias ortodoxas "como el patriarcado de Moscú" no son favorables. No obstante, Celli ha reconocido que "la realidad ortodoxa esta dividida, incluso con tensiones profundas, y, en este momento, no será fácil" y "sería una hermosura poder celebrar todos juntos la resurrección del señor".