Tras varios meses de negociaciones entre capitales e incluso una cumbre fallida, los Veintiocho llegan este sábado a Bruselas con la confianza de, esta vez sí, poder brindar por un relevo institucional que estará marcado por la profunda crisis que vive Ucrania y que ha enfrentado peligrosamente no sólo a la UE con Rusia, sino a los propios Gobiernos europeos a cuenta de la dureza a emplear contra Moscú. Mientras que la italiana Federica Mogherini es la favorita para suceder a Catherine Ashton al frente la diplomacia europea, la silla de Van Rompuy al frente del Consejo podría ocuparla el polaco Donald Tusk.
Los nombres que llevan meses sonando en las quinielas, y en torno a los que se cerró en falso la cumbre del pasado 16 de julio, siguen siendo los mismos, pero los tiempos empiezan a acortarse ante la perspectiva de un relevo de poderes en la UE que debería tener lugar este otoño. Por eso, en Bruselas, varias fuentes coinciden en dar por hecho que el Consejo Europeo concluirá este sábado con la actual ministra de Exteriores italiana aupada al puesto de Alta Representante para la Política Exterior. Federica Mogherini, mujer y socialdemócrata, fue ya en julio la apuesta del primer ministro Matteo Renzi, pero su candidatura tropezó con la fiera oposición de la alianza del Este, un grupo de países capitaneados por Polonia que la descalificaron entonces por "inexperta" y por rusófila. La acusación coincidía, además, con el recrudecimiento de la crisis de Ucrania y con una palpable división en el seno de la propia UE acerca de la dureza a aplicar en las relaciones con Vladimir Putin.
Casi dos meses después del fiasco de la última cita de líderes, la crisis en Ucrania no sólo no ha amainado, sino que el lenguaje diplomático en Bruselas ha subido de tono. "Rusia está prácticamente en estado de guerra contra Europa", bramaba este sábado al llegar a Bruselas la siempre combativa primera ministra lituana, Dalia Gribauskaite. Sin tanta estridencia pero idéntica claridad se manifestaron el resto de autoridades europeas. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, le acusó de poner en peligro a toda Europa, cerca ya de lo que calificó de "punto de no retorno".
Por eso, con la posibilidad de aplicar nuevas sanciones a Moscú encima de la mesa, los líderes deberán designar a sus nuevos altos cargos en base a un delicado equilibrio de criterios no sólo políticos, de género y geográficos, sino también con la crisis de Ucrania en mente, y varias crisis internacionales abiertas.
En ese contexto, en Bruselas apuestan por un relevo "sin sustos" al frente de la diplomacia europea y, en los márgenes de la cumbre, varios líderes señalaron a la candidata italiana como "competente" y hasta con "las estrellas a su favor" para hacerse con el timón de la política internacional europea.
Un "outsider" para capitanear a los 28
Menos cantado aparenta la decisión de quién relevará al belga Herman Van Rompuy al frente del Consejo Europeo. Si bien en las últimas horas ha ganado enteros la hipótesis de sentar en el puesto al polaco Donald Tusk, lo cual, previsiblemente, aplacaría sus reticencias respecto a la candidatura de Mogherini, otros nombres no han desaparecido por completo de la escena. De ser aupado al puesto, el polaco se convertiría en el primer presidente de fuera del corazón de la eurozona. Sin embargo, no han dejado de sonar otros nombres como el del prémier irlandés, Enda Kenny, o el de otra mujer, también socialdemócrata, la danesa Helle Thor-Schmitt, en quien los británicos verían una aliada natural.
En principio, en el entorno de Van Rumpuy, amigos de consensos y menos partidario de escenificar divisiones a través de un voto, aseguran que el presidente ha estado en constantes negociaciones telefónicas estos días y que confía en un acuerdo sin grandes sorpresas.
Puntos suspensivos para De Guindos
Aunque, oficial y oficiosamente, el presidente del Gobierno lleva meses dando por hecha la designación de su ministro de Economía, Luis de Guindos, como presidente del Eurogrupo, lo cierto es que la decisión podría retrasarse todavía. Y es que la suerte de De Guindos está, en buena parte, ligada al destino del actual presidente, el holandés Jeroem Dijsselbloem, quien, también pendiente de una posible cartera en la próxima Comisión Europea, ha manifestado su intención de permanecer en el puesto hasta bien entrado 2015. También está en el aire la decisión –ésta en manos de los ministros de la zona euro- de si el puesto será a tiempo completo o se compatibilizará con el de ministro. En este particular, entran en juego otros factores, como el de quién preside el Consejo Europeo en los próximos cinco años.