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Las ingeniosas escapadas secretas del papa Juan XXIII

El 27 de abril se canonizará a dos Papas. El mayordomo de Juan XXIII relata la versión más aventurera del Pontífice.

El Papa Juan XXIII en los Juegos Olímpicos de Roma | Archivo Nacional de Alemania

Será un día histórico para la Iglesia Católica. El 27 de abril hasta cinco millones de peregrinos tomarán literalmente la ciudad de Roma para acudir a la canonización de dos Papas. Ese día serán declarados santos los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII. El acto tendrá más significado si cabe puesto que la ceremonia será presidida por Francisco y como invitado estará muy presumiblemente el Papa emérito Benedicto XVI. Cuatro papas en la misma plaza y el mismo día.

Los dos futuros santos han marcado la historia de la Iglesia. Juan Pablo II era un vendaval de personalidad. Falleció en 2005 tras 27 años como Papa en uno de los Pontificados más largos de la Iglesia Católica. Llegado de la Polonia comunista en plena Guerra Fría, desde su posición fue uno de los protagonistas que logró tumbar telón de acero mientras que en el interior de la Iglesia le tocó lidiar con la errónea aplicación que se hizo del concilio convocado precisamente por el también futuro santo.

Juan XXIII fue Papa apenas cinco años pero no por ello su importancia fue menor. Cuando fue elegido pensaron que sería un Pontífice de transición pero en su corto papado inició una revolución histórica de la Iglesia tras convocar un Concilio Vaticano II que no logró ver terminar.

La cara desconocida de Juan XXIII

De Juan Pablo II se conocen numerosas anécdotas, también gracias a los avances de las tecnologías de la información de la época pero durante la presentación de la La voz de los Papas sobre la digitalización de los archivos sonoros de Radio Vaticana se ha conocido una cara desconocida del beato Roncalli.

El mayordomo de Juan XXIII, Guido Gusso, ha revelado algunas de las numerosas escapadas y aventuras que vivió con el Papa durante su corto Pontificado, en el que sin embargo no dejaba de marear y volver locos a la Guardia Suiza y a la Policía italiana.

En un Opel Record bicolor color azul y marfil o en un Chrysler, el Papa se escapaba del Palacio Apostólico o de Castel Gandolfo junto a su mayordomo y así recuperar el contacto con la vida real. Aunque no siempre conseguía pasar desapercibido como a él le hubiera gustado. Para conseguir despistar a los gendarmes y también a sus colaboradores más directos como su secretario personal, Juan XXIII ideaba ingeniosas estrategias para salir de las dependencias vaticanas.

Tal y como recoge Vatican Insider, Guido Posso recordó en la conferencia algunas de estas anécdotas. "Después de ocho días paseando por los Jardines Vaticanos me dijo: '¡damos siempre el mismo paseo! Llévame a la fuente del Gianicolo, en Villa Borghese'", le dijo Juan XXIII al mayordomo. Continuaba su relato afirmando que "eran sitios que él conocía porque estudió en Roma. Yo le respondía: pero Santidad no podemos. Y él: '¿cómo que no se puede? Nos subimos al coche y nos vamos'. Los gendarmes se volvían locos porque no sabían dónde se había metido el Papa".

Las escapadas motorizadas del Papa

Estas escapadas también se producían en la residencia de verano de los Papas. En una ocasión el mayordomo le dijo que había visitado un valle, los Pratoni del Vivaro, y que era similar al de la región de la que procedía Roncalli. "El era muy curioso y quería verlos", indicaba Gusso, que recuerda lo que le dijo el Papa en una obra de ingenio. "Hagamos una cosa. Hay una reja cerca del cementerio de Albano. Que te den las llaves. Abres y lo dejamos abierto unos diez días, así nadie sabrá qué está pasando". El plan había comenzado.

Durante un paseo por los jardines Juan XXIII decidió que había llegado el momento de ver el ansiado valle cercano a Castel Gandolfo. Cuenta el mayordomo que le dijo: "'Vamos al coche y damos unas vueltas y así mareamos a los gendarmes, luego abres la reja y nos vamos'. Y fuimos al Vivaro. La gente lo reconocía porque íbamos muy despacio. Y luego, cuando llegamos al cruce entre Artena y Frascati, le pregunté que a dónde quería que fuéramos, y él me respondió: 'regresamos a casa, si no Capovilla... -en referencia a su secretario personal y recientemente nombrado cardenal-".

De camino al Palacio el camino era estrecho y había mucha gente que le reconoció. "La multitud empezó a gritar: ¡viva el Papa!, ¡nuestro Juan! No podíamos pasar y al final llegamos al Palacio Apostólico pero desde la entrada central hasta el final de la avenida de Castel Gandolfo los gendarmes estaban como locos, y también la policía italiana...¡si hubieran visto la cara de los guardias suizos!".

Pocos días después de aquella sonada escapada llegó una carta de la policía italiana en la que denunciaban al mayordomo. "El Papa me mandó llamar, también estaba monseñor Dell´Acqua para leerme la carta. Y luego se puso a reír, estaba contento porque habíamos logrado salir".

Sin embargo, fueron muchas más las escapadas del Papa con su mayordomo. Algunas fueron por Roma donde acudían a realizar distintas visitas, otras fueron a ciudades cercanas e incluso para ver las obras de las Olimpiadas de Roma. "Normalmente íbamos en su coche, un Cadillac Chrysler, pero a veces me decía que fuéramos con el mío, un Opel Record bicolor, marfil y azul. A pesar de ello, Gusso quiso dejar claro que el Papa quería mucho al personal de seguridad que velaba por su seguridad.

Durante su comparecencia relató otra serie de anécdotas del Papa italiano así como su cierta resignación ante el protocolo vaticano de la época. "Cuando fue elegido y el Cónclave todavía no había terminado, me dijo que fuera a la Domus Mariae a recoger algunas de sus pertenencias. Yo le pedí al cardenal Tisserant (decano del colegio cardenalicio) permiso y él me respondió: 'todavía estamos en Cónclave. Usted no puede salir y si lo hace lo excomulgo'. Se lo dije a Roncalli y él me respondió: 'entonces vas y le dices al cardenal que si él te excomulga luego yo te quito la excomunión".

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