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Bruselas se blinda ante la llegada de Obama

El despliegue, de 10 millones de euros, incluye 45 vehículos, 900 empleados y 3 aviones. La cumbre coincide con la crisis ucraniana

La primera visita a las instituciones europeas desde que, en 2008, Barack Obama fuera elegido presidente de los Estados Unidos llega en un momento de extraordinaria tensión internacional avivada por la invasión rusa de la región ucraniana de Crimea a la que Washington y la Unión Europea han respondido de forma conjunta con amenazas a Moscú y sanciones personales contra dirigentes rusos.

Por eso, el encuentro de este miércoles de Obama con los presidentes del Consejo y la Comisión, Herman Van Rompuy y Durao Barroso, previsto desde antes de que estallara el conflicto en Ucrania, no será una más de las citas diplomáticas que Washington y Bruselas mantienen con regularidad desde el 95, sino que se leerá como el mensaje de Occidente para aislar a Moscú como castigo a su desafío contra la integridad territorial de su vecina Ucrania.

Ya en suelo europeo, el propio Obama quiso elevar el tono de sus amenazas para avisar de que "si Rusia va más allá", ambas potencias adoptarán "sanciones sobre sectores como la energía, las armas, las finanzas o el comercio", medidas peligrosas para la economía global y, sobre todo, para la incipiente recuperación económica a este lado del Atlántico, pero cuyas consecuencias, en opinión de algunos líderes europeos y del propio Obama, serán más dolorosas para Rusia.

En busca de la confianza perdida

Han pasado más de cuatro décadas desde el famoso "¿a quién llamo cuando quiero hablar con Europa?" con el que el secretario de Estado americano Henry Kissinger ilustró la irrelevancia de la política exterior europea. Sin embargo, el complejo de inferioridad europeo nunca desapareció del todo. Por eso, conocer detalles sobre el programa de espionaje de la NSA fue un revés para la UE a partir del cual las relaciones entre ambas orillas del Océano se enfriaron considerablemente. Bruselas llegó, incluso, a sentenciar que había perdido la confianza en su socio americano. "¡Espiar a los amigos es inaceptable!", exclamó enfurecida el pasado mes de octubre la canciller Angela Merkel en una cita europea que se encargó de monopolizar con los indicios de que su teléfono móvil había sido pinchado por espías americanos. El sonoro "que se joda la UE" que se filtró de una una conversación diplomática privada entre la secretaria de Estado adjunta y responsable de Estados Unidos para Europa, Victoria Nuland, con el embajador de Washington en Kiev, Geoffrey Pyatt, tampoco ayudó.

La cumbre de este miércoles debería, pues, contribuir a paliar la brecha abierta entre ambos y potenciar la colaboración comercial de unos socios cuyo intercambio de bienes y servicios asciende a los 700.000 millones de euros anuales. Un acuerdo comercial ambicioso entre Washington y Bruselas, según fuentes europeas, podría "potenciar el crecimiento económico y crear empleo, creando beneficios de hasta el 1% del PIB" (es decir, casi 120.000 millones de euros anuales para la economía europea).

Despliegue de seguridad

Sede habitual de instituciones europeas y OTAN, Bruselas ha preparado para esta ocasión, sin embargo, un despliegue extraordinario cuyo coste (10 millones de euros, según publicaba este martes el diario británico The Guardian), según el propio alcalde de la ciudad, Yvan Mayeur, multiplica por 20 el de otras cumbres europeas (el coste estimado de las de los Veintiocho es de 500.000 euros). "Se desaconseja vivamente circular el coche o autobús en Bruselas" durante los días 25 y 26 de marzo, alertaba esta semana la ministra de Transportes, Brigitte Grouwels, especificando que una comitiva de 900 personas acompañarán el presidente Obama en las 24 horas en que permanezca en suelo belga.

Un séquito de 3 aviones cargo o 45 vehículos, además de los 350 policías motorizados que Bélgica pone a su disposición para la ocasión, estarán a disposición del presidente de Estados Unidos desde su aterrizaje en el aeródromo y en sus desplazamientos hasta el cementerio de la Primera Guerra Mundial al que acudirá junto al Rey Felipe y el Primer Ministro Elio Di Rupo, o hasta el Consejo Europeo, el cuartel general de la OTAN o el Palacio de Bellas Artes en el que pronunciará un discurso ante un aforo de dos mil personas. Cortes de tráfico en la arteria comercial y sus alrededores, alteración del transporte público en el barrio de las instituciones europeas o incluso cierre del espacio aéreo durante el aterrizaje y el despegue del presidencial Air Force One son algunas de las consecuencias del primer viaje de un presidente estadounidense a Bruselas desde 2005.

Entonces, el presidente George W. Bush, paseó a pie por la ciudad o incluso compró chocolates por el centro, aunque, según relata a este diario el entonces jefe de Protocolo del Consejo, Hans Brunmayr, los niveles de seguridad entonces fueron "paranoicos". El funcionario recuerdan que entonces hicieron incluso traer en avión privado desde los Estados Unidos el pin identificativo que suelen lucir en la solapa los líderes en las cenas de trabajo, por no fiarse del que se le brindaba al presidente George Bush en Bruselas.

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