La joven Malala Yousafzai, galardonada con el Premio Sájarov 2013 a la libertad de conciencia, puso en pie a la Eurocámara con un discurso en defensa del derecho a todos los niños del mundo a recibir una educación. Es ésta –reivindicó Malala desde Estrasburgo al recoger el galardón-, además del talento y las habilidades de un pueblo, "lo que convierte a un país en una superpotencia".
Las palabras sencillas de la joven de dieciséis años que se ha jugado la vida enfrentándose al régimen talibán en su Paquistán natal por defender un derecho del que carecen todavía 57 millones de personas tronaron en el hemiciclo "con una fuerza vista pocas veces en la cámara", como reconoció su presidente, Martin Schultz. “La verdadera potencia es un país de gente con talento, habilidades y educación, no el país con miles de soldados y armas”, clamó con su voz aniñada, en presencia de su padre y ataviada con un colorido sari.
Malala abogó por un cambio de mentalidad que demuestre que, aun en la falta de derechos, "hay esperanza". Por eso quiso alertar a la Eurocámara de que en su país las niñas sean víctimas de acoso sexual en sus propias familias, que "no las dejan ir más allá del perímetro de su casa". Por ello, subrayó, es fundamental luchar por aumentar el índice de alfabetismo.
La valiente joven, que el año pasado sufrió un atentado a manos de los talibanes por haber dado un paso al frente para luchar por los derechos, recogió el premio a su "heroísmo", en palabras del presidente Schultz, orgullosa de haberse arriesgado. “Para la supervivencia de todos, lo más fuertes tienen que luchar por los más débiles”, justificó en presencia de varios premiados en años anteriores, como el escritor español Fernando Savater, premiado en el año 2000 por ¡Basta Ya!, los opositores cubanos Berta Soler y Guillermo Fariñas, también premiados en 2005 y 2010 respectivamente.