El rey Alberto II ha gozado de una enorme popularidad gracias a su cercanía y su trabajo como embajador. Pero los escándalos también han llegado a la familia real belga. El Rey reconoció implícitamente en 1999 haber tenido una relación extramatrimonial con una aristócrata en los años sesenta. Un año después del inicio del idilio nació una niña, Délphine Böel.
Böel solicitó en junio a la Justicia belga someter a pruebas de ADN al príncipe heredero y a su hermana Astrid con el fin de demostrar su parentesco con el monarca. El Tribunal Civil de Bruselas fijó para el próximo 3 de septiembre la audiencia en que se reunirá a los representantes legales de ambas partes para fijar el calendario del caso.
El otro escándalo que ha salpicado a la Casa Real belga en los últimos meses es uno de carácter fiscal, relacionado con la reina Fabiola. La creación por su parte de una fundación se vio como una maniobra para evitar que sus sobrinos tuvieran que pagar altos impuestos a la hora de recibir su herencia puesto que no son descendientes directos. Fabiola de Bélgica se vio forzada a renunciar a su fundación, negando que hubiera depositado en ella dinero público alguno, mientras el Gobierno decidía reducir su asignación.