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Muere la ex primera ministra británica Margaret Thatcher

Dirigió la política de Reino Unido entre 1979 y 1990. Ha fallecido a los 87 años de un ataque de apoplejía.

La ex primera ministra británica conservadora Margaret Thatcher, en el poder entre 1979 y 1990, murió este lunes de un ataque de apoplejía, según informó su portavoz, Lord Bell. Su muerte ha coincidido con la visita del actual primer ministro David Cameron a España para un encuentro con Mariano Rajoy. "Con gran tristeza Mark y Carol Thatcher anunciaron que su madre, la baronesa Thatcher, ha muerto en paz tras una apoplejía esta mañana", señaló Bell en un escueto comunicado.

La llamada Dama de hierro, la única mujer que ha llegado al puesto de primera ministra en el Reino Unido, estuvo en el poder entre 1979 y 1990, unos años en los que cambió por completo la política y la economía británica, lanzando a su país a un período de expansión desconocido desde la Segunda Guerra Mundial y ampliando su presencia en la arena internacional, recuperando un lugar que había perdido durante las décadas de los sesenta y setenta.

Nacida el 13 de octubre de 1925 en Grantham (norte de Inglaterra), la política tory procedía de una familia de modestos recursos. Sin embargo, esos orígenes no le impidieron acudir a la Universidad de Oxford en 1943 ni comenzar su exitosa carrera dentro del Partido Conservador, algo no demasiado habitual para una mujer en la década de los años 50.

La Dama de Hierro comenzó su carrera presentándose en 1950 como candidata para la Cámara de los Comunes por Dartford, un distrito tradicionalmente laborista. A pesar de perder en sus dos primeros intentos, atrajo la atención de la prensa y de los líderes de su partido, tanto por su juventud como por su condición de mujer. Finalmente, fue elegida por el distrito de Finchley en 1959.

A partir de ese momento, fue escalando puestos dentro de las filas conservadoras, hasta que, tras las elecciones de 1970, cuando el partido ganó las elecciones con Edward Heath al frente, fue nombrada Secretaria de Educación y Ciencia, puesto en el que se mantuvo hasta 1974. A partir de 1975, de nuevo con los tories en la oposición, Thatcher fue elegida líder de la oposición.

El 4 de mayo de 1979, Thatcher se convirtió en Primer Ministro del Reino Unido, en un momento en el que el país parecía paralizado por las huelgas y la crisis económica. Su llegada al poder supuso una completa transformación del Reino Unido al apoyar la privatización de industrias estatales y el transporte público (trenes y autobuses); la reforma de los sindicatos, a los que despojó de su poder de presión y paralización de la economía, la reducción de los impuestos y del gasto público y la flexibilidad laboral.

Precisamente, su enfrentamiento con los mineros Thatcher demostró su carácter y estableció las que serían algunas de sus principales características al frente del Gobierno: compromiso con sus principios, firmeza ante el chantaje y determinación para mantener las medidas que creía acertadas. La primera ministra ganó el pulso a los sindicatos del mismo modo que haría, posteriormente, con los terroristas del IRA en huelga de hambre y con el Gobierno argentino a raíz de la crisis de la Guerra de las Malvinas.

A lo largo de la década de los 80, Thatcher se convirtió en la gran figura europea de la llamada "revolución conservadora", que puso en marcha a este lado del Atlántico, de forma paralela a como hacía Ronald Reagan en EEUU. De hecho, su estancia en el Gobierno británico prácticamente coincidió con la estancia en la Casa Blanca del presidente republicano entre 1980 y 1988.

Todos los analistas coinciden en que la caída del Muro de Berlín, de la Unión Soviética y del dominio comunista sobre el este de Europa estuvo determinada por la presencia de estos dos políticos que, junto al papa Juan Pablo II, mantuvieron una actitud de firmeza que llevó al precipicio a un sistema económico que se descomponía desde dentro, pero que aún mantenía numerosos apoyos entre la intelectualidad europea y los partidos políticos autodenominados progresistas.

Su contribución a la derrota del bloque comunista también ayudó a que, a lo largo de los años, Thatcher se convirtiera en una de las grandes bestias negras de la izquierda del Viejo Continente. El éxito de sus medidas económicas y el enorme cambio que produjo en la sociedad británica, impulsado por sus principios liberales, se tradujo en la animadversión de aquellos que querían mantener el status quo y el creciente peso de la intervención estatal. Pero la Dama de Hierro no abdicó de sus principios, incluso cuando tuvo que tomar decisiones impopulares o enfrentarse con poderosos grupos de presión.

A pesar de estos ataques, Thatcher ganó dos veces más en las urnas a los laboristas. De hecho, hay que recordar que no salió del Gobierno derrotada en unas elecciones, sino que fue su propio partido el que, en 1990, forzó su renuncia, tras la que fue sustituida por John Major. Tanto éste como su sucesor, el laborista Tony Blair, mantuvieron casi todas las grandes medidas aprobadas a lo largo de su década en el Gobierno. La liberalización de la economía británica, la contención en el tamaño de la intervención estatal y el acercamiento a EEUU para la defensa del modo de vida occidental siguen siendo, 23 años después, los principios rectores de cualquier político que llega al poder en el Reino Unido. Incluso sus más acérrimos adversarios admiten que el legado de Thatcher se mantiene plenamente vigente.

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