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La bomba que no logró callarla

El IRA voló su habitación y parte del hotel. Salió ilesa. Al día siguiente, allí mismo, pronunció su discurso, tal y como estaba previsto.

La expresidenta del Reino Unido, Margaret Thatcher, salió ilesa en 1984 del atentado terrorista con el que el IRA (Ejército Republicano Irlandés) intentó acabar con su vida y la del resto de miembros de su Ejecutivo, con motivo de la celebración de un congreso del Partido Conservador británico en el Grand Hotel de Brighton, una localidad pesquera situada al sur de Inglaterra. Curiosamente, sus dos grandes aliados en la lucha contra el comunismo también sufrieron sendos atentados terroristas de los que salieron con vida, aunque ellos sí sufrieron graves daños personales.

El 17 de septiembre de ese año, el terrorista Patrick Magee, experto en explosivos del grupo asesino irlandés, alquiló la habitación 629 del recinto hotelero, situada una planta más arriba de la que estaba prevista que utilizasen poco menos de un mes después los principales dirigentes de la formación conservadora y los miembros del Gobierno, y justo encima de la que pensaba que iba a utilizar la Dama de Hierro.

Durante tres días trabajó minuciosamente en la elaboración de la bomba, a la que añadió cincuenta kilos de explosivo. La ocultó tras un panel de su cuarto de baño. Antes de cerrar el hueco que había creado, activó la bomba para estallara 24 días, seis horas y 36 minutos más tarde.

A las 15.00 horas del 12 de octubre de 1984 una gran explosión sacudió el Grand Hotel de esta localidad costera. Cinco personas murieron y otras 34 resultaron seriamente heridas. Se trataba del primer intento de asesinar a un Gobierno del Reino Unido desde la llamada Conspiración de la Polvora en 1605, cuando un grupo de católicos ingleses trató de matar al rey Jaime I y a su aristocracia protestante.

En su libro de memorias, con el título Los años en Downing Street, Thatcher explicó años después cómo sobrevivió milagrosamente a ese atentado terrorista. Contó que ella y sus asesores más cercanos estuvieron trabajando hasta tan sólo tres minutos antes de la explosión, y que cuando se estaba retirando para ir al baño su jefe de gabinete, Robin Butler, la llamó para firmar un último papel. Aparentemente, eso fue lo que le salvó, porque la Dama de Hierro regresó a la habitación donde había estado reunida en el mismo momento en que explotó la bomba, situada en la planta superior y que redujo a escombros el baño al que se dirigía.

La expresidenta relató cómo fue la operación de rescate y el miedo que pasaron. "Había miedo a que hubiera un segundo artefacto diseñado para matar a los que intentaban escapar. A las 3.10, en grupos, empezamos a salir. Resultó que la primera ruta propuesta era infranqueable y dimos la vuelta apoyados por un bombero. Después, nos dijeron que era seguro salir y bajamos por la escalera principal. Fue entonces cuando vi los escombros en la entrada y entendí la gravedad de la explosión", explicó. "El aire estaba lleno de polvo de cemento espeso: lo tenía en la boca y cubría mis ropas mientras trepaba sobre pertenencias deshechas y muebles rotos hacia la entrada posterior del hotel", continuó relatando.

Sin embargo, si algo caracterizó a Thatcher fue su firmeza, también frente al terrorismo. Este atentado no solo consiguió mover ni un ápice su política en Irlanda de Norte, sino Thatcher que ni siquiera permitió que interrimpiese la Convención de su partido. Al día siguiente en un escenario aún casi humeante, pronunció su dicurso tal y como lo tenía previsto, ante el entusiamos de los miembros de su partido y el orgullo de buena parte de los británicos.

Reagan y Juan Pablo II, también víctimas

Como decíamos antes, tanto Ronald Reagan como Juan Pablo II, dos de sus principales aliados, también salieron con vida de un atentado terrorista. Por un lado, el presidente norteamericano fue tiroteado en 1981 por John Hinckley Jr, un seguidor de la actriz Jodie Foster que quería llamar su atención. El republicano recibió un impacto de bala que le perforó el pulmón, aunque afortunadamente puso ser reanimado gracias a la rápida intervención de los médicos y se mantuvo en el poder durante ocho años más.

Aquel mismo año, Juan Pablo II sobrevivió al atentado de Mehmet Ali Ağca en la Plaza de San Pedro. Este terrorista turco (supuestamente adiestrado por el servicio secreto búlgaro) disparó hasta cuatro veces al Papa, alcanzándole cuatro balas, dos veces en su intestino, otra en el brazo derecho y una última en la mano izquierda. El Sumo Pontífice perdió muchísimas sangre. Durante varias horas se temió por su vida. Finalmente, Juan Pablo II vivió hasta 2005, tuvo tiempo de ver la caída del comunismo y de perdonar a su atacante, al que visitó varias veces en la cárcel.

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