El Papa comenzó a meditar la renuncia tras caerse y herirse en la cabeza en México
El 25 de marzo de 2012 cuando el Papa se levantó estaba lleno de sangre tras un golpe. Hay comenzó a ver que le faltaban las fuerzas.
La decisión de Benedicto XVI de renunciar al papado empezó a madurar hace un año cuando, durante el viaje a Cuba y a México, el Pontífice se hizo una herida en la cabeza, que sus colaboradores curaron sin revelarlo públicamente, según ha confirmado el diario italiano La Stampa.
"Al comienzo de aquel viaje internacional tan importante, el Papa nos confesó que lo afrontaba con espíritu penitencial", asegura uno de los prelados de su séquito en declaraciones al medio italiano. "La mañana del 25 de marzo, durante la última jornada que iba a pasar en León (México), en casa de la religiosas capuchinas, el Papa se levantó y tenía la cabeza llena de sangre", explica.
"Aseguraba que no se había caído sino que se había dado un cabezazo contra la pila del baño unas horas antes", indica. "Se levantó en medio de la noche y, desorientado por el sueño y al no estar en su entorno habitual, no encontró al principio el interrumptor y se propinó el golpe".
El incidente de León pasó "desapercibido" para los periodistas, porque la herida quedaba oculta bajo el bonete papal y no se apreciaban parches ni vendas, a diferencia de Juan Pablo II en 1999 durante su visita a Polonia, según señala el prelado. "No necesitó más atención ni se quejó cuando le colocaron la mitra sobre la cabeza durante la misa en Guanajuato (México). Únicamente cuando regresó a la residencia por la noche se le procuró una medicación más cuidadosa", añade.
El episodio, considerado entonces poco relevante, adquiere ahora una lectura distinta para el prelado del séquito papal a la luz de la publicación del 'L'Osservatore Romano'. "Aquella noche -explica- el Papa y su médico, el doctor Patrizio Polisca, estuvieron bromeando y este último le comentó ¿Ve, Santo Padre, por qué soy tan crítico con este tipo de viajes? y el respondió: También yo soy crítico."
"El Papa había decidido mantener su abrazo al pueblo mexicano y la alegría de aquel país que por primera vez había acogido a su predecesor, Juan Pablo II, al comienzo de su pontificado. Aun así, también sabía que ya no tenía la fortaleza física para soportar el largo viaje, el cambio horario y la carga de los compromisos públicos", continúa.
El portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, ha confirmado la noticia de L'Osservatore Romano pero ha recordado también que "en aquella ocasión el Papa llevó a término todos sus compromisos públicos. En aquella ocasión se dio cuenta de que, a causa de su decaimiento físico, en el futuro no podría soportar el peso de otros viajes tan largos", explica.
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