A los cuatro o cinco lectores que nos siguen les confieso que esta noche -madrugada de martes en España- tenía pocas ganas de escribir una sola línea. La verdad es que uno anda bastante decepcionado con los cambios que va observando en la política norteamericana, y también en la española. Uno se solidariza con los Padres Fundadores de Estados Unidos que, a estas horas de la historia, estarán revolviéndose en sus tumbas ante el permanente acoso a los principios de libertad y responsabilidad individual que forjaron para esta gran nación. Que el Presidente Obama despida al Presidente Ejecutivo de la compañía automovilística "General Motors", Rick Wagoner, y que casi nadie proteste ya ante el descarado intervencionismo gubernamental en el supuesto libre mercado, no sólo clama al cielo, sino que confirma el general y peligroso absentismo de políticos y ciudadanos. Pero esto sería tema para otra entrada. Aun así, Obama, tarde o temprano, terminará su mandato.
Lo que hoy me anima a sentarme ante el teclado para escribirles es la absoluta falta de vergϋenza y altura política de los dos partidos políticos mayoritarios en España -el PSOE y el PP- y su general silencio y omisión ante un hecho que está ridiculizando a España ante los ojos de muchos millones de norteamericanos. Me refiero a la demanda presentada por un abogado español contra seis antiguos funcionarios de la Administración Bush, acusándolos de sancionar la tortura de sospechosos de terrorismo. Concretamente, el abogado madrileño Gonzalo Boye, se centra en el ex secretario de Justicia Alberto Gonzales, el ex subsecretario de la Defensa para la política, Douglas Feith, el ex jefe de cartera del vicepresidente Dick Cheney, David Addington, y los funcionarios del Departamento de Justicia John Yoo y Jay S. Bybee, así como el abogado del Pentágono William Haynes.
Resulta que el tal abogado Gonzalo Boye ha presentado una queja alegando que seis estadounidenses cercanos al Gobierno de George W. Bush -los citados- tuvieron un papel importante en la aprobación de "técnicas de interrogación ilegales", por las que redefinían la "tortura" descartando la definición establecida por la Convención sobre la Tortura de 1984. Total, que el abogado pidió el lunes a los seis norteamericanos que viajaran a España a fin de hacer frente a la Justicia por sus acciones. (Vete esperando, Gonzalo… ). A estos perversos yanquis los acusa el abogado de haber ofrecido cobertura legal para "torturar" a "presuntos terroristas" en la prisión militar norteamericana de Guantánamo.
Ni que decir tiene que los cargos tienen escaso sentido, pese a que un grupo de abogados de esos que dicen defender los derechos humanos llevó el caso ante el inefable juez Baltasar Garzón, quien aceptó enviarlo a los fiscales para valorarlo. Aunque Garzón no ha formulado comentarios desde que se divulgó la demanda, la realidad es que por estos lares estadounidenses, la cosa no ha caído nada bien. En primer lugar, la demanda no beneficia a España para nada. A Zapatero le supone un problema, si es que quiere -como pretende- sacarse la foto con Obama y contar a sus paisanos que han mejorado las relaciones con Estados Unidos. La realidad es que en la cúpula de Defensa de Estados Unidos siguen los mismos que estaban con Bush, entre ellos el secretario Gates.
La historieta -que es real- ha tenido ya gran eco en Estados Unidos. El conocido programa televisivo de hora punta de la cadena FOX, presentado por Bill O´Reilly, abría en la noche del lunes con una bien documentada explicación sobre el caso titulada "España insulta a Estados Unidos". En ella, se apuntaba la sinrazón de dicha demanda, el oscuro pasado del abogado en cuestión, la ineficiencia del Embajador de España en Estados Unidos a la hora de negarse a hacer declaraciones y otros detalles de interés ante los que los políticos españoles no saben, ni contestan. Conociendo los varios millones de telespectadores norteamericanos que siguen ese programa -el de mayor audiencia con diferencia en hora punta en Estados Unidos-, resulta lamentable que esto sea lo que España aporta en sus relaciones públicas con Estados Unidos.
Aun así, y aunque a algunos españoles pueda no importarles lo que se diga y lo que se piense de España en Estados Unidos, la realidad es que para nada ayuda esta mala visión de España que se está extendiendo por aquí; menos aún cuando, además, el caso trasciende a una mera cadena de televisión (aunque sea la más vista), pues alcanza ya a otros medios de comunicación norteamericanos y a la población en general. Estas situaciones no le ayudan ni a España, ni a los españoles, ni a su Gobierno, ni al PSOE ni al PP. Lo que ocurre es que uno tiene la impresión desde aquí de que España anda desgobernada, legislada por una banda de políticos acomodados y apoltronados de uno y otro partido; políticos que, aparte de desconocer estas situaciones y cómo actuar ante ellas, son incapaces de salir al paso y defender, por ejemplo, que la acción de un abogado no representa el sentir de los ciudadanos españoles y de una nación entera, España, aliada y amiga de Estados Unidos.
Entenderán ahora las pocas ganas de escribir que a uno le quedan viendo el panorama. Francia sufrió un descrédito total en tiempos de Jacques Chirac y, afortunadamente, Nicolas Sarkozy supo corregir en parte el problema. España recibió elogios y admiración en tiempos de José María Aznar -así lo ha reconocido la FOX- pero ahora lamentablemente no sabe corregir el descrédito. Y nada de esto lo saben remendar ni Zapatero, ni Rajoy pues son dos caras de la misma moneda, en el caso de Rajoy aún peor -gane o pierda- por ser moneda falseada con la que malpaga a sus votantes.
Y aun así, tarde o temprano, habrá elecciones en España. Y en su mano -la de ustedes, los españoles- estará votar a nuevos partidos y a nuevos políticos más valientes y con principios serios que traigan un aire fresco y sustituyan a estos apolillados mandanadas del socialismo y del centrismo español. Porque si el PSOE peca por acción, el PP lo hace por omisión. Como decía al inicio, Obama terminará su mandato tarde o temprano y vendrá otro presidente. Pero en España, ¿hasta cuándo con las mismas caras? ¿y hasta cuándo tan lejos de Estados Unidos…?