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Democracia en América

Obama en busca del PRI norteamericano

A pesar de su triunfo electoral, el deterioro del Partido Demócrata (el mismo partido que por boca de Harry Reid aceptaba y pronosticaba en 2007 la absoluta derrota estadounidense en Irak) se explica por la paulatina toma de control de su seno político e ideológico a manos de la izquierda norteamericana. En ese proceso, Barack Obama juega un papel clave como protagonista, aunque algunos no quieran verlo y sigan encerrados en la visión del nuevo presidente como la de un centrista moderado. Histórica y documentalmente, sabemos que de los Demócratas de Harry Truman a los de Barack Obama hay un gran trecho. Desde los sesenta, el Partido Demócrata ha venido sufriendo una notable pérdida de los valores de responsabilidad individual y libertad. Obama representa el último eslabón de esa cadena de recientes presidentes del Partido Demócrata tan nocivos para la defensa del individuo frente al poder del Gran Estado: Lyndon B. Johnson, Jimmy Carter (en la foto abajo) y Bill Clinton (este último salvado por el conservador "Contrato con América"). Ahora llega Obama con una agenda mucho más ambiciosamente a la izquierda y con un Congreso y unos medios de comunicación casi postrados.

El nuevo presidente cuenta a su favor con la importante baza de la propaganda de los medios de comunicación, los de aquí y los de allá. Serviles sin miramientos a la causa de los Demócratas y de Obama, cadenas televisivas como la NBC, ABC, CNN, CBS o MSNBC o diarios como The New York Times o The Washington Post tienen demasiado ya invertido en la presidencia de Obama. El descarado apoyo y aun activismo mediático desplegado en el último año a favor de Obama no deja espacio para el error, sobre todo cuando se compara con el trato dado a George W. Bush en los últimos ocho años. Henry Clay les contaba este pasado fin de semana algo de todo esto y así podrán comprobarlo también nuestros lectores interesados si se acercan al documentado libro de Bernard Goldberg, recién publicado en estos mismos días y titulado irónicamente A Slobbering Love Affair, con detalle pormenorizado del sectarismo y la parcialidad informativa a favor de Obama.

Con Obama al frente, ha bastado una semana para empezar a ver que esa Izquierda norteamericana está ya dentro de la Casa Blanca. Para los medios de la propaganda, ahora no importa ya que los misiles norteamericanos enviados por Obama se carguen a siete civiles en Pakistán. Con Bush habría sido una masacre; con Obama, es sólo un accidente. Tampoco importa ahora que Obama nombre como nuevo Secretario del Tesoro al moroso Timothy Geithner, quien dejó de pagar sus impuestos a la hacienda estadounidense durante varios años. Nada pasa tampoco porque Obama ordene cerrar Guantánamo sin tener todavía un plan real para reubicar a sus ocupantes y negando así el derecho a un juicio digno a las familias norteamericanas afectadas. Menos importa aún el arrogante enfado de Obama el pasado miércoles ante los periodistas por hacerle preguntas que al nuevo presidente no le gustaban…

En lo económico, basta comprobar la letra pequeña del keynesiano paquete de "estímulo" económico que Obama-Pelosi-Reid quieren aprobar a toda costa, con partidas presupuestarias de miles de millones de dólares dedicados a derrochar dinero público o a usarlo mal, como los millones de dólares dedicados a sufragar contraceptivos y abortos: a menos niños nacidos, más ahorro (Pelosi dixit). Basta ver también las restricciones impuestas por Obama a las empresas automovilísticas al hilo del falso "calentamiento global". Véase también cómo Robert Reich, con el consentimiento de Obama y los Demócratas, recomienda que el dinero gubernamental no vaya a obreros de la construcción que sean "blancos". Menos aún parece importarles a los medios que Obama esté pagando deudas electorales con grupos activistas que le dieron su voto y a los que premia ahora, en menos de una semana, rescindiendo la ley llamada "Mexico City Policy", una ley federal que prohibía dar dinero público a organizaciones internacionales pro-abortistas.

Obama y los Demócratas, con el beneplácito de los medios, van a emplear todos los recursos a su alcance para usar la crisis económica y perpetuarse en el poder augurando un falso "estado del bienestar" y una innominada pero disfuncional "socialdemocracia" a la que aspiran Obama, Pelosi y Reid. Guardando las distancias con el caso mexicano, Obama y los dos mosqueteros Demócratas aspiran a hacer de su partido el nuevo PRI norteamericano, es decir, eternizarlo y perpetuarlo en el poder conforme van desmontando cualquier oposición proveniente del Partido Republicano. Todas las acciones legislativas y ejecutivas irán en esa dirección, además de intentar crear crispación en la oposición y confusión e incomunicación con la base electoral conservadora. Para muestra, la reunión de Obama este pasado fin de semana con los líderes Republicanos animándoles a dejar de escuchar ciertos programas de radio e identificando y señalando a ciertas figuras radiofónicas de la Derecha como perjudiciales para el bien público. (A nuestros lectores españoles les sonará bastante todo esto…)

En suma, que lo que estamos presenciando ya en esta primera semana de Obama en la Casa Blanca es el intento de crear una ciudadanía dependiente del Gran Gobierno, una ciudadanía que (confundida por el error intervencionista Bush-Paulson) contemple al Estado obamita como la solución de sus males, por vía de la inexplicada etiqueta de la "esperanza" y el "sí podemos". De momento, un reconocido analista político como Dick Morris, antiguo asesor de Bill Clinton, nos dejaba también el martes pasado una brillante columna titulada "Here comes Socialism" donde Morris detallaba ese futuro tan sombrío para Estados Unidos que se viene bajo Obama. Detener todo esto sólo será posible con una sólida oposición de los Republicanos y de su base conservadora, algo que no es imposible pero tampoco demasiado fácil.

La grandeza de Estados Unidos desde sus inicios nace del reconocimiento por parte de los Padres Fundadores de que todos los seres humanos son creados iguales y dotados de ciertos derechos inalienables: el derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad ("life, liberty and the pursuit of happiness"), las mismas palabras que adornan la cabecera de nuestro blog "Democracia en América". Y aun así, cuando uno mira con atención la trayectoria política de Obama y del actual Partido Demócrata, resulta difícil encontrar ante sí al partido de la vida, sino al partido del aborto; difícil es también ver al partido de la libertad, sino al de la regulación, la restricción y el control gubernamental en todos los ámbitos; más difícil aún es ver al partido de la búsqueda de la felicidad, sino al partido que divide a los ciudadanos en grupos según su género, su raza o su clase social; Obama, como el Partido Demócrata, ve así el mundo y comprende la felicidad sólo como resultado de la "redistribución de la riqueza" a manos del Estado Niñera.

Cuando pasen unos meses y la realidad económica pruebe el continuo fracaso del intervencionismo gubernamental que propugna Obama y su ensoñado PRI norteamericano, no tardaremos mucho en ver estos primeros tiempos de la era Obama como lo que realmente son: una abultada y falsa estética mezclada con un vacío culto emocional mesiánico ante el que el pueblo norteamericano no tardará mucho en reaccionar.

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