Acaba de concluir el primer debate presidencial de los tres que se van a celebrar antes del 4 de noviembre. Su interés aumentaba por los más recientes acontecimientos de la crisis financiera de esta semana en Estados Unidos. Por vez primera y tras varios meses de primarias, el televidente tenía ante su televisor cara a cara a los dos candidatos finales para optar a la Casa Blanca. Al final, y tras una hora y media de preguntas con un formato novedoso, el debate al que decían que McCain no quería ir por temor a ser derrotado ha resultado ser, a mi juicio, una victoria a los puntos para McCain. Obama ha salido airoso de un tema, el de la política exterior, que sólo conoce en teoría y nada en la práctica, pero ante el que se ha defendido como ha podido, sin acabar tampoco noqueado por McCain. Aunque el tema era la cuestión internacional, la economía no ha estado ausente en la primera media hora del debate, como parecía lo normal.
Es en este punto donde McCain ha estado mejor de lo esperado insistiendo en el excesivo gasto público de estos años, distanciándose así de Bush y criticando a su vez el alto gasto público propuesto por Obama. Eso, además de los 18 billones de dólares gastados por Obama en apenas unos meses en el Senado y a través de sus más que cuestionables adiciones presupuestarias. También McCain ha insistido en la importancia del recorte de impuestos tanto al ciudadano como a las empresas. Mientras Obama mostraba una cara dudosa y definía erróneamente las rebajas de impuestos como "gastos" para el Gran Gobierno, McCain insistía en la eliminación de innecesarios subsidios gubernamentales y apostaba por terminar con el déficit público. En el caso de McCain, no se trataba de algo demagógico sino de un contrastado liderazgo en el Senado a lo largo de los años en cuestión de defender la contención del gasto público. McCain ha estado mejor en este particular aunque hubiera sido muy deseable que tanto él como Obama hubieran sido más específicos sobre el actual asunto económico que se debate en el Congreso de Washington. De tan penoso tema financiero, volveremos a tratar aquí en una próxima entrada el lunes.
Sin salirnos del debate presidencial propiamente dicho, la política exterior ha ocupado el grueso del debate con menciones sobre Irak, Irán, Rusia, Pakistán, Afganistán y -por si faltaba algo- hasta sobre España, al hilo de la OTAN y de unas declaraciones de McCain esta misma semana. Obama, diestro en contraatacar pero siniestro en cuanto al conocimiento de la realidad internacional, ha intentado sin éxito torear a McCain. Detalles como éste muestran que Obama tenía aprendida en parte la lección en cuanto a apuntes aquí y allá, o con comentarios que pudieran sacar a McCain de sus casillas. Sin embargo, ha sido McCain quien ha ido dejando en evidencia las lagunas en la experiencia real de Obama, en especial respecto a cuestiones de defensa nacional y sobre las erradas premoniciones expresadas por Obama hace unos meses cuestionando el éxito de la estrategia de Petraeus en Irak, su voluntad de reunirse sin condiciones con los mayores tiranos del planeta o su indecision mostrada tras la invasion de Georgia por Rusia.
Prueba de que en ocasiones era visible un Obama algo inseguro es el hecho de que el senador de Illinois ha acabado dándole la razón a McCain hasta en ocho ocasiones a lo largo del debate. La campaña de McCain, claro está, no ha perdido oportunidad para lanzar ya un vídeo con esas palabras que intenta mostrar la falta de liderazgo real de Obama. El contraste con McCain resultaba notable y McCain ha proseguido al ataque, sin llegar nunca a la arrogancia, pero reiterando la falta de entendimiento de la política que representaba Obama y usando varias veces la frase "El senador Obama no comprende…". Se trata de detalles menores en el debate, pero que por su reiteración han marcado el tono y las diferencias. Otro detalle menor pero también sintomático es que Obama ha querido aparentar estar a la misma altura de experiencia política que McCain usando el nombre "John" al dirigirse a su oponente -cosa inusual en este tipo de debates-.
El próximo jueves llega el esperado debate vicepresidencial entre Sarah Palin y Joe Biden; y ya el 7 y 15 de octubre los dos restantes debates entre McCain y Obama. Quedan muchos golpes que intercambiar todavía y otros tantos más en estos mismos días al hilo de la crisis financiera de la que, vale insistir, hemos oído poco o nada esta noche. En esto, McCain ha perdido una oportunidad de oro para tumbar a Obama explicando a los millones de espectadores que seguíamos el debate la realidad de la situación y hacienda énfasis en el apoyo dado por McCain este fin de semana a los congresistas conservadores del Partido Republicano, los únicos que se oponen en todo el Congreso a la farsa perpetrada por los Demócratas y por el plan Bush-Paulson. A estas horas McCain ya está de regreso a Washington con la tarea de volver a las negociaciones. Esa debe ser su mayor prioridad ahora. Por el momento, lo dicho: en esta velada en Mississippi, Obama ha acabado en las cuerdas como el aspirante y McCain como el viejo campeón que ha ganado por los puntos pero que debe saber mantenerse en forma para los dos próximos combates.