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Democracia en América

Más sobre Schlafly

Me gustaría responder a algunos de los comentarios que han realizado nuestros lectores con respecto a mi anterior entrada sobre Phyllis Schlafly. Me alegra que hayan querido dejar su opinión, e intentaré que mis respuestas no estén simplemente dirigidas hacia un comentario o un lector sino que abran temas más generales para que (con suerte) siga la discusión.
Varios lectores han dicho que muchos de los que se levantaron y le dieron la espalda a Schlafly no harían lo mismo contra alguien que tolera la opresión de las mujeres en países musulmanes, o que está a favor de castigar la homosexualidad con la pena de muerte, o que tolera la ablación del clítoris y el apaleamiento de las adúlteras. Y tienen toda la razón: casi nunca se organizan protestas en las universidades contra gente que defiende esas ideas. Pero ¿es eso culpa de los rojiprogres o culpa nuestra, de los liberales y conservadores? Nosotros sabemos que ellos no organizarán manifestación alguna; pero ¿por qué nos quedamos en casa quejándonos de su hipocresía en vez de organizar nosotros la protesta? ¿Por qué creemos que ellos tienen el monopolio de la protesta estudiantil? Si alguien que tolera la ablación del clítoris o la pena de muerte para las mujeres adúlteras recibe un doctorado honoris causa y nadie se levanta, ¿quién debería avergonzarse más, el progre que se queda sentado o el liberal que hace lo mismo? Quizás si nos libráramos de los eternos complejos de la derecha, alguien, algún día, se levantaría y daría la espalda a este tipo de personas; y quizás nos vendría bien demostrar al resto de jóvenes que tenemos lo que hay que tener a la hora de defender nuestros principios tanto o más que los rojiprogres. ¿Qué más da que sólo se levanten veinte personas, o cinco, o una? Una protesta es un acto esencialmente individual y simbólico.
Nosotros, por ejemplo, censuramos que los progres apoyen a regímenes que se oponen a algunos de sus valores fundamentales (digamos, por ejemplo, los derechos de los homosexuales) sólo porque también se oponen a su gran enemigo (Estados Unidos). Lo consideramos un ejemplo de hipocresía. Pero, ¿no estamos siendo igual de hipócritas si apoyamos a alguien que se opone a algunos de nuestros valores fundamentales (la igualdad del hombre y la mujer) sólo porque también se opone a nuestro gran enemigo (los progres)? Y Schlafly no es ni Irán ni Carrillo, pero esto no es una cuestión de grado sino de principio. Y los liberales, al menos según Hayek, somos, antes que gente de partido, gente de principio. Sólo porque la dictadura rojiprogre en las universidades sea un hecho no deberíamos ponernos tan a la defensiva que nos olvidemos de eso.
En cuanto a la protesta contra Schlafly, (pueden ver aquí el resúmen de la CNN), estaba dirigida tanto contra el rector y la Junta de la universidad como contra la propia Schlafly. La decisión de concederle el doctorado honoris causa fue tomada sin consultar al cuerpo estudiantil, y la entrega se realizó durante la misma ceremonia en que los estudiantes recibíamos nuestra licenciatura. Lo que a muchos nos pareció inaceptable fue que una ceremonia que nos tomábamos bastante en serio como la culminación de cuatro años muy importantes de nuestras vidas se viera marcada por algo así; que chicas que creen firmemente en su capacidad para compaginar una carrera profesional con tener (algún día) una familia, que jóvenes que han dedicado cuatro años de su vida al estudio de las teorías de Darwin, que estudiantes (como yo) que nos hemos licenciado en Filología o Women and Gender Studies, que chicas que han formado parte del programa ROTC y están preparándose para ir a Irak a luchar por su país, que gente que conoce a mujeres que han sido violadas por un marido abusivo… que todas esas personas que estaban entre los miembros de la promoción del 2008 vieran premiada a una mujer que lleva varias décadas menospreciando sus logros y riéndose de sus ideas.
Schlafly, por ejemplo, escribió un artículo en el que dijo que no le extrañaba que el estudiante coreano que el año pasado asesinó a 32 estudiantes en Virginia Tech (¿se acuerdan?) estuviera estudiando Filología. En su opinión, la mente del estudiante se vio contaminada por los cursos "inútiles y psicológicamente destructivos" que se dan en los departamentos de Filología (en el artículo cita sobre todo cursos sobre representaciones de la sexualidad en la literatura). Me da igual que Schlafly se oponga a muchas de las cosas que a mí también me horrorizan de los departamentos de Filología: la autora estableció una relación causal entre estudiar literatura y el brutal asesinato de 32 estudiantes (el artículo se titula "Lo que Cho aprendió en la facultad de Filología Inglesa"). Decirnos que por haber estudiado literatura en vez de biología o derecho vamos a acabar convertidos en psicópatas en ciernes consumidos por el "odio, el resentimiento y la amargura" es un insulto puro y duro. Y me parece una falta de respeto por parte de la universidad que en un día en que se supone que reconocen la validez de nuestros esfuerzos como estudiantes de literatura también honren a alguien que los considera inútiles y que los desprecia públicamente. No es, repito, una cuestión de libertad de expresión, porque Schlafly tiene derecho a decir lo que quiera. Pero para eso están las charlas que organiza la universidad durante el año escolar; no el día en que honras a los estudiantes que acaban de terminar sus estudios de, por ejemplo, Filología Inglesa o Women and Gender Studies. Es una cuestión de insultar a los estudiantes en un día que está dedicado a ellos.
Dicho esto, la intención de mi post era tratar el tema de lo que es ser "conservador" en Estados Unidos y la problemática que acarrea el término. Me gustaría repetir la invitación a los lectores a tratar este tema (¡y cualquier otro! ¡para eso están los blogs, para opinar!). Y creo que hablo en nombre de los tres que hacemos este blog cuando agradezco la cantidad de respuestas, tanto positivas como negativas, de nuestros lectores.

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