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Democracia en América

Los floreos retóricos de Joe Biden

Afirmaba Obama este miércoles en Virginia que su amigo Joe Biden algunas veces se enzarza en floreos retóricos ("Joe sometimes engages in rhetorical flourishes"). Obama se refería así a la gigantesca metedura de pata de su selecto vicepresidente Biden el pasado domingo en Seattle frente a unos donantes de su campaña. Biden afirmó entonces que si Obama era elegido presidente sería puesto a prueba con una crisis internacional en los primeros seis meses de su presidencia, tal y como ocurrió en los años de John F. Kennedy. Biden volvió así a meter la pata por enésima vez en pocas semanas, añadiendo más floreos gafados a su nada brillante trayectoria política.

Esta vez, sin embargo, a apenas doce días para la definitiva elección presidencial, la diarrea bucal de Biden es una nueva metedura de pata a tres bandas: primero, porque más allá del conocido falso alarde de ingenio de Biden, sus palabras alarman a la ciudadanía y ponen en guardia a la opinión pública sobre Obama; segundo, porque vuelven a colocar sobre el tapete el grave peligro que constituye la inexperiencia ejecutiva de Obama (en especial, cuando se compara con la de McCain en política exterior y seguridad nacional); tercero, porque la comparación con John F. Kennedy que Biden trae a colación es todavía peor cuando la historia ya ha mostrado que John F. Kennedy no supo estar a la altura de las circunstancias en aquella peligrosa crisis de los misiles en 1962.


Si se sustituyen esos misiles rusos en Cuba por otros que, por ejemplo, Vladimir Putin pueda plantar en la Venezuela de Hugo Chávez, o si se piensa en posibles ataques de Irán a Israel, por dar otro escenario, los floreos retóricos de Biden hacen mucho daño a la campaña de Obama. Lo peor de todo esto para Obama es que, además, el incontrolado Biden aseguró que la decisión que tomen para responder a esa asegurada crisis militar iba a ser "aparentemente errónea" al inicio de su presidencia y que para solucionar eso, tanto él como Obama necesitarían mucho apoyo popular... Lo que Biden, en último término, estaba confesando ante sus donantes de Seattle es la inacción de Obama a la hora de hacer frente a una más que posible prueba de cualquier tiranía o de cualquier dictadorzuelo de turno. Visto de otro lado, lo que Biden sugería –sin querer- es que bajo una presidencia de McCain, Estados Unidos y el mundo estarían más seguros. Biden tiene razón, pero se olvida que su nombre está en el ticket de Obama y no en el de McCain.

En el campamento de Obama han visto rápidamente la metedura de pata del bocazas Biden y no han tardado ni un minuto en anudarle la lengua al senador de Delaware: a inicios de semana lo mandaron a su casita de lujo unos días para que le diera el aire. Con todo, en "campobama" se han visto forzados a sacar casi en volandas a Obama ante las cámaras. En una artificial rueda de prensa desde Virginia, con un Obama disfrazado de presidente, el mesiánico candidato intentó arreglar el destrozo de Biden y salió al paso reconociendo esos floreos retóricos de su compañerito. Como el ticket McCain-Palin parece estar remontando en las encuestas, la aparición televisiva de Obama este miércoles se escenificó acompañándose de un grupo de quince asesores en política exterior que escoltaban al mesiánico senador sobre el escenario. Se trataba, dicho sea de paso, de los mismos asesores que tan erróneamente aconsejaron a Obama hace unos meses al indicarle que la escalada militar en Irak del general David Petraeus sería un fracaso asegurado...

Los medios y la prensa nos habían vendido que Biden era el compañero que daba seguridad a Obama en política exterior, el hombre que saldría ante todos los medios de comunicación a explicar las cosas de forma clara y que, al contrario que Sarah Palin, no se escondería a la hora de dar entrevistas. Hoy vemos que la Palin está apareciendo -al igual que McCain- en muchos medios y a todas horas, respondiendo a entrevistadores de todo tipo, muy a menudo ubicados éstos bajo las mismas sábanas que Obama. Aunque sería equivocado dejar de reconocer que McCain sigue teniendo difícil su victoria el 4 de noviembre, no sería justo tampoco negar que dicha victoria es todavía posible. En realidad, y como agudamente ha afirmado la Palin, la mayor crisis que acecha a la campaña de Obama es que Biden vuelva a abrir la boca. Y así es. Desde luego, la Palin está haciendo un magnífico final de campaña y está poniendo nerviosa a la parroquia progre, como prueba la ridícula argumentación del gasto en vestidos o la manipulación de noticias, como ocurrió ayer mismo con un artículo positivo del comentarista Byron York, tergiversado en negativo por la CNN.

Los hechos son claros: cuando restan apenas doce días para el 4 de noviembre, el centro neurálgico de la campaña presidencial ya no está dominado por temas agradables para la candidatura de Obama, sino por dos cuestiones que favorecen más a McCain: 1) la errada respuesta de Obama al fontanero de Ohio en cuanto a impuestos y distribución de la riqueza (tema todavía candente); y 2) la cuestión de política exterior traída por el floreo de Biden y que favorece a McCain. Es por eso quizá que las encuestas andan cambiando cada día de forma volátil. A la hora de escribir estas líneas, por ejemplo, varias son las encuestas donde las diferencias entre Obama y McCain están ya dentro del margen de error. Lo mismo ocurre en la media de encuestas en estados claves como Florida, Ohio, Missouri, Indiana, Virginia y hasta Pennsylvania, estado este último que, de ganar McCain todos los anteriores como debe, puede al final ser el que dé el triunfo a McCain. Pero todo esto es aún mucho especular.

Más allá de lo que digan las encuestas, cierto es que éstas son siempre instrumentos imperfectos. Aun así, es posible que estos próximos días las distancias se acorten todavía más. En ellas no se está teniendo en cuenta la gran cantidad de votos ausentes, los llamados "absentee voters" que en ciertos estados claves suelen favorecer a menudo a los Republicanos al incluir cientos de miles de votos del estamento militar, que en su mayoría votarán a favor de McCain y no de Obama, mal que le pese a Colin Powell. El desenlace final, por tanto, sigue abierto, pero la palabrería de Biden constituye otra piedra más en el camino de Obama a la Casa Blanca. Lo mismo ocurre con esas piedras que suponen una turba de congresistas Demócratas de lamentable factura que van saltando como champiñones en estos días finales de campaña: como Jack Murtha, al calificar estos mismos días de racistas y catetos "rednecks" a sus electores de Pennsylvania; como Barney Frank, al ser uno de los culpables del fiasco Fannie Mae y Freddie Mac pero confirmando ahora que Obama subirá y mucho los impuestos; o como el también congresista Demócrata Tom Mahoney en Florida, al despedir de su trabajo a una querindonga con la que se acostaba y quererle luego pagar decenas de miles de dólares por su silencio.

De todo esto oirán poco en la prensa obamita, pero es lo que hay en este circo Obama-Biden. Que sigan los floreos retóricos de Biden y sus amigos Demócratas... Que sigan las portadas del New York Times con los vestidos de la Palin... Que siga Zapatero apoyando a Obama... McCain, cierto es, no lo tiene fácil, pero lo hecho y dicho por Biden estos días prueba que algunos están ya más nerviosos de lo que esperaban...

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