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Democracia en América

Los conservadores norteamericanos ante las elecciones europeas

En Estados Unidos los conservadores representan la base electoral más importante del Partido Republicano. Esos conservadores están empezando a mirar con más interés que nunca lo que se está moviendo por Europa al hilo de las próximas elecciones al Parlamento Europeo en junio de 2009. Aquí no ha pasado desapercibido el hecho de que sus hermanos -los conservadores británicos- se hayan hartado ya de las medias tintas ideológicas y del cambalache políticamente correcto del Partido Popular Europeo. Tras el chasco vivido con la candidatura del "moderado" John McCain, el fiasco del intervencionismo económico de Bush-Paulson y la inacabable secuela intervencionista de Obama-Geithner, los conservadores norteamericanos están decididos a volver a poner en pie sus principios. Por eso, en medio del actual intervencionismo económico socialdemócrata, ahora lo que pasa por Europa importa aquí más que antes.

El centrismo moderado en el que se fue sumiendo el Partido Republicano en la última década y la falta de respeto y coherencia con su ideario fundamental le generó en 2006 y 2008 sendas e importantes derrotas electorales. De ahí que al movimiento conservador en Estados Unidos le interesa ahora conocer lo que pasará este junio por Europa y, sobre todo, lo que ocurre con la alternativa conservadora que representan David Cameron y su Partido Conservador en Gran Bretaña. El hecho mismo de que los conservadores británicos puedan finalmente constituir su propio grupo parlamentario, sin alianzas de medias tintas y contando con veintitrés diputados de nacionalidades diferentes, resulta interesante y atractivo para sus hermanos conservadores norteamericanos. Dicha alianza, a la larga, podría ser un primer paso para posteriores y necesarios realineamientos conservadores a nivel transatlántico.

La ruptura de Cameron y los conservadores británicos con el Partido Popular Europeo -y de rebote con el Partido Popular de España- no puede extrañar a nadie, sobre todo si pensamos en la deriva ideológica de un partido como el actual PP en España que en otra época -aunque ya no- entusiasmó a millones de españoles uniendo a liberales y conservadores para hacer frente al rodillo del socialismo. Para hacer posible esa nueva alianza de los conservadores en Europa, el conocido eurodiputado inglés Daniel Hannan reclamó recientemente y sin ambages en las páginas del The Daily Telegraph el voto de 800.000 británicos residentes en España. El voto pedido por Hannan no era para el Partido Popular, sino para el partido Alternativa Española (AES). Si pensamos que tres cuartas partes de esos británicos en España votan conservador y, además, votan listas españolas, el asunto no resulta banal. Y conste que David Hannan se define como conservador liberal y articula su decisión entendiendo que su interés político por el joven partido español está bien meditado y se apoya en razones sólidas.

Como siempre ocurre por España, muchos medios de comunicación han hecho oídos sordos a esta realidad o han querido ignorar el trasfondo real del artículo de Daniel Hannan y la decisión del líder conservador británico, David Cameron, de romper con el Partido Popular Europeo. En este sentido, no faltan quienes siguen adulando a los fallidos políticos de siempre y quienes insisten en demonizar el concepto de "conservador", con el único objetivo de pretender desmentir la realidad de esa ruptura de los británicos con el Partido Popular Europeo. Así, se omite lo importante y se tergiversa la realidad calificando a los conservadores españoles como de "extrema derecha" en otro ejercicio más de falsa y barata propaganda.

La realidad es que el programa "Newsnight" de la BBC, con Jeremy Paxman, dio ya cuenta de la veracidad de esta noticia el pasado 10 de marzo. Lo mismo hizo la misma BBC en su página web de noticias. El propio líder del Partido Conservador británico, David Cameron, ha venido afirmando inequívocamente la promesa de salida de su partido del Partido Popular Europeo desde julio de 2006, como prueba su artículo de entonces en el The Daily Telegraph. Y aun así, no faltan quienes por España siguen descalificando el conservadurismo y persisten en tergiversar la realidad, la historia y las tradiciones.

Valdría la pena no olvidar que un autor clave para los liberales clásicos como fue Friedrich A. Hayek ya dejó escrito que no existe en la historia de Estados Unidos nada que se asemeje en puridad a esa actual oposición europea (y española) en terminología que opone a "liberales" y "conservadores". Es más, Hayek también expresó su desencanto con la palabra "liberal" en Europa y reconoció cómo el liberalismo europeo de tipo racionalista, lejos de propagar la filosofía realmente liberal fue allanando el campo al socialismo y facilitando su implantación. Por eso importa tanto entender el empuje conservador al que estamos asistiendo a nivel transatlántico, pues como el propio Hayek reconoció en Los fundamentos de la libertad, los defensores de la libertad no tenemos prácticamente más alternativa que apoyar en el terreno político a los llamados partidos conservadores.

En Estados Unidos los conservadores saben muy bien todo eso y lo mucho y bueno que produjo aquella revolución de Ronald Reagan en 1980 -acompañado por Margaret Thatcher- y con políticas cercanas a la mejor tradición del liberalismo económico; conocemos también aquellas otras bases conservadoras de Barry Goldwater en su campaña de 1964 y la posterior revolución conservadora de Newt Gingrich treinta años después. Nada de eso se ha olvidado y si históricamente cada quince o veinte años hay un nuevo empuje conservador, no es descabellado pensar que para 2010 y 2012 estaremos en Estados Unidos ante otro de esos hitos importantes.

En Europa, esa vuelta a los valores conservadores parece empezar a hacerse ya realidad con el empuje británico de David Cameron y también de muchos europeos y españoles desencantados con políticos acomodados y serviles. Quienes mantengan esos valores conservadores y quienes generen verdaderas alianzas en defensa de la coherencia de esos principios de la gran tradición conservadora occidental pueden estar ahora mismo ya empezando a ganar muchos enteros entre la ciudadanía que, como en el caso de España, está necesitada de auténticos líderes y, sobre todo, de principios sólidos y coherentes en defensa de la libertad y de la vida. En estos tiempos de relativismo ideológico y cultural, la estrategia de Cameron puede funcionar en Europa y aun es posible que -contra lo que muchos creen- estemos asistiendo a una revolución conservadora a ambos lados del Atlántico. En España, también.

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