Afirmaba Don David Jiménez en su última entrada aquí que los años de Bill Clinton fueron nefastos en muchos sentidos para EEUU. No le falta razón. Alguno de nuestros lectores, a quienes agradecemos de verdad sus comentarios, refutó esa afirmación y expuso la necesidad de reconocer que los dos mandatos de Clinton fueron bastante buenos para EEUU al ser, entre otras cosas, años de notable crecimiento económico. Alegar que los de Clinton fueron años nefastos sería, según dicho lector, una opinión sectaria y engañosa. Como en este blog evitamos hacer precisamente eso, que es justo lo que caracteriza a la progresía sectaria y falaz, tomo el guante que reclama otro lector y paso a dar unos argumentos generales de por qué la afirmación de Don David sobre lo nefasto de los años Clinton en muchos sentidos es acertada.
Si de lo que se trata es de engañar y ser sectario, nadie mejor representa la mentira que la propia figura de Bill Clinton y su artificial legado. De sus falsedades ante la Ley y ante la ciudadanía norteamericana –documentadas en el caso Lewinsky y en el proceso de impeachment- dan testimonio los miles de papeles judiciales archivados y el hecho de que el propio Clinton fuera incapacitado legalmente para ejercer jamás como abogado. De lo corrupto de este personaje dan cuenta ya no sólo los abusos sexuales y de poder (sobre mujeres como Paula Jones, Jennifer Flowers, Kathleen Willey…, alguna de las cuales lanzaron serios cargos de violación contra Clinton y por lo que éste aceptó pagar hasta 800.000 dólares para cerrar el caso). Nunca ha habido en la historia presidencial norteamericana una figura tan polarizadora –para lo malo- como Bill Clinton.
En lo económico, Clinton no enderezó él solo la economía –como se ha querido vender al público- pues en los dos primeros años de su mandato no hubo correlación entre sus políticas económicas de amplias subidas fiscales y el avance económico debido al
boom tecnológico, entre otras cosas. Quienes realmente enderezaron esa economía fueron los miembros del Congreso, controlado desde 1994 por mayorías Republicanas en las dos cámaras. Y todo gracias al "Contrato con América" de los conservadores liderados por Newt Gingrich. Clinton, por su parte y ejerciendo su poder presidencial y su derecho de veto presidencial, elevó siempre que pudo los impuestos, quiso aumentar las regulaciones e intentó que una séptima parte de la economía norteamericana pasara a manos del Gran Gobierno Federal, con la creación de más de medio millón de funcionarios. En 1996 no tuvo otro remedio que firmar varios paquetes económicos positivos, pero siempre promovidos por los Republicanos. El intento de construir un sistema de salud pública como el europeo fue un absoluto fracaso para Bill Clinton, algo no querido tampoco por la ciudadanía, aparte de que el motor de esa iniciativa no fue él, sino su esposa Hillary (de ahí el concepto irrisorio del "Hillary Care"), la misma que ahora reconoce dicho fracaso en plena campaña y presenta otro plan descafeinado. Cierto es que lo menos nefasto fue la economía, pero ésta -en las condiciones dadas- podría haber sido mucho mejor sin necesidad de llegar a una recesión en 2000.
Nefastos fueron también los escándalos de Bill Clinton en casos como el corrupto "Whitewater", de fraudes bancarios, siempre con los Clinton de protagonistas (repárese en que a la cárcel fueron sus amigos más cercanos: los McDougal, Tucker, Hubbell…). Existe una larga lista de amigos íntimos o gente ligada a los Clinton que aparecieron misteriosamente muertos (Mary Catrin Mahoney, Jerry Parks y hasta doce guardaespaldas de Clinton), bien en extraños suicidios (Vince Foster, James Wilson) o en raros accidentes aéreos (Ron Brown, Raiser padre e hijo, Paul Tulley). Bajo Bill Clinton tuvo también lugar la mayor destrucción de documentos claves de alto estado, la desaparición misteriosa y manipulación de informes del FBI, abusos de poder y de agencias federales, politización del Departamento de Justicia y de la CIA, aparte de la financiación ilegal de su campaña y blanqueo dinero de sus asesores. Sus últimos días en la Casa Blanca vieron el perdón de culpables y corruptos como Mark Rich… O sea, de película.
Añadamos algo muy importante: los ataques terroristas contra EEUU (desde el World Trade Center en 1993 hasta el ataque al USS Cole pasando por el vergonzoso episodio de Somalia) son episodios a los que Clinton no supo hacer frente. Hoy sabemos que resultaron luego ser el caldo de cultivo para el 11-S. Para la historia queda la negación de Bill Clinton a capturar a Bin Laden cuando pudo, según se ha demostrado ya. De todo esto, y de mucho más, dan cuenta trabajos y estudios sobre la era Clinton y también la historia de quienes aquí la vivimos. Pero no es que lo de nefasto lo diga Don David o yo. Es que así lo prueban los bien documentados libros elaborados por figuras respetadas en EEUU como William J. Bennett, Rich Lowry, Bill Gertz, Barbara Olson, Richard Miniter, y aun cercanos asesores del propio Clinton como Dick Morris. La lista es larga, pero la lectura de estos libros, al menos, resulta más que recomendable.
P.S. Vaya desde aquí un saludo a todos los españoles que se ven condenados a vivir bajo la insensatez del terrorismo, incluso en días entrañables y cristianos como ayer. Vaya también aquí un abrazo especial a todos mis paisanos, amigos y familiares riojanos de Calahorra, ciudad donde nací y que ayer fue objeto de otro atentado. Al ver el reportaje fotográfico en Libertad Digital he recordado con emoción que a unos metros del lugar del estallido de esa bomba, me llevó hace cuarenta años mi abuelo de la mano para comprarme mi primera bicicleta. Era una BH roja con la que aprendí a recorrer entre viñedos y riberas los romanos rincones de mi querida y vieja Calagurris. A pesar del tiempo, guardo todavía conmigo el recuerdo imborrable de aquella bicicleta, la que evoca mi tierra en España, enturbiada ayer por el insulto del terror.