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Democracia en América

La ¿victoria? de Hillary

Hillary Clinton ha ganado las primarias del estado de Pennsylvania con un resultado bastante cómodo (55% a 45%), pero casi nadie considera la victoria ni demasiado importante ni mucho menos decisiva en su lucha con el senador de Illinois, Barak Obama. Para empezar, porque nadie dudó nunca de que Hillary fuera a vencer en un estado cuya composición social le favorece enormemente: trabajadores industriales, habitantes de zonas rurales, gente mayor de 65 años, católicos… todos los comentaristas americanos (siguiendo ese determinismo tan marcado en el que creen) habían dejado bien claro que Pennsylvania estaba predispuesta a favor de la ex primera dama. Y a pesar de que durante las últimas semanas Obama se ha dejado una millonada en anuncios locales, sus comentarios elitistas caracterizando a los habitantes de zonas rurales como amargados e ignorantes han logrado deshacer la rápida escalada en las encuestas que había logrado el senador de Illinois; muchos se preguntan qué habría sucedido si Obama no llega a cometer tan estrepitosa pifia. Además, el margen de victoria de la Clinton no ha sido lo suficientemente holgado como para hablar de un revés importante para su adversario.
Sin embargo, hay varios aspectos que apuntan a que en Pennsylvania puede haberse marcado un punto de inflexión (otro) en la carrera Demócrata. Para empezar, es el tercer gran estado consecutivo que gana la Clinton; para seguir, ha logrado el apoyo masivo de aquellos norteamericanos que consideran la economía (y no la Guerra de Irak) el tema más importante del momento; además, ha arrasado entre aquellos votantes que se consideran religiosos y que son propietarios de armas; y para finalizar, una encuesta dice que el 15% de los Demócratas preferiría votar a McCain que a Obama, mientras que sólo un 11% dice lo mismo de Hillary. Estos cuatro factores señalan que Hillary tiene un gancho considerable entre los votantes más de centro, aquellos que (por encima de los "independientes" y los jóvenes de los que tanto habla Obama) resultarán decisivos en las generales de noviembre. Y, por mucho que a veces se nos olvide, lo importante para el partido Demócrata es elegir al candidato con mayores posibilidades de vencer a McCain.
Pero claro, estos factores resultarían importantes si nos encontráramos en unas primarias normales. Tal y como están las cosas, pocos los mencionan (o más bien, pocos hacen una lectura de ellos que favorezca a la Clinton); no por nada la gran mayoría de los medios progres norteamericanos están descaradamente a favor del bebé mesiánico. Los titulares, en vez de hablar del posible cambio de tendencia a favor de la ex primera dama, enfocan los resultados de Pennsylvania como si Hillary hubiera logrado sobrevivir por poco (titular del New York Times: "Clinton vence en Pennsylvania, mantiene viva su candidatura"). Y el proceso de matización sigue en los artículos: que si Hillary no tiene dinero para seguir plantando cara a su adversario, que si en su propio partido quieren que tire la toalla, que si es imposible que recorte la ventaja que le lleva Obama, que si la lucha interna está dañando al partido
Lo cierto es que, a día de hoy, Hillary va a necesitar mucho más que el resultado de Pennsylvania para que tanto los medios como la mayoría de líderes Demócratas vuelvan a ponerse de su lado. La lucha por la nominación Demócrata pasa ahora por las primarias de Indiana y Carolina del Sur, y Hillary debe vencer en al menos una de ellas para intentar establecer un "momentum." Pero da la impresión de que la Clinton necesita algo incluso más impresionante, un golpe de efecto inesperado y contundente, precisamente de los que se le daban tan bien a Bill, de los que le ganaron inesperadamente la nominación en el ’92 y le merecieron el mote "the Comeback Kid." Pero claro, por entonces los periódicos y las cadenas de televisión iban con él…

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