Imagínense el caso hipotético de un político norteamericano del Partido Republicano, aspirante a ser candidato a la presidencia de EEUU y que afirmara su pertenencia en los últimos casi veinte años a una Iglesia o congregación cristiana autodefinida abierta y exclusivamente como "blanca" y enraizada en la "experiencia y la tradición religiosa blanca": una congregación compuesta por personas blancas de raíz anglosajona y europea y autodefinida como ligada con la tierra nativa anglo-europea vista como tierra madre y cuna de la civilización. Imaginen también que esa misma congregación del tal candidato Republicano se apoyara en un enfoque centrado en la expresión cultural blanca para sus servicios de culto, con reverendos ocupados en la comunidad blanca de raíz anglosajona y con un compromiso invariable de sus líderes para promover la educación histórica de los blancos de origen anglo-europeo llegados a EEUU. A nadie extrañaría que la carrera de ese político Republicano estaría finiquitada en sólo unas horas por la condición racista de su filiación congregacional. No habría espacio en los medios de comunicación de aquí y del mundo entero para calificar a dicho político Republicano de fanático o racista, con especial y redundante mención a su ideología de "derecha" norteamericana.
Imaginemos, además, que el reverendo jefe de dicha congregación fuera el guía espiritual de dicho político, el mismo reverendo que bautizó a sus dos hijas y fue el artífice del título del último libro de dicho candidato. Además, de eso, imaginemos que acabaran de hacerse públicas unas grabaciones de los sermones racistas del tal guía espiritual y reverendo, en los que éste afirmara la superioridad blanca y la inferioridad negra, además de justificar y aun aplaudir el terrorismo contra EEUU. Por si esto fuera poco, imaginemos también que el candidato hubiera donado varios miles de dólares a esa congregación y que ahora, a la luz, de esas cintas, simplemente quisiera disimular alegando que se trataba sólo de un pastor a punto de jubilarse y quitando importancia a las sospechas que genera dicha congregación y su reverendo. Resulta difícil imaginar que al tal e hipotético político Republicano no le llamaran de racista para arriba y que no le obligaran a abandonar inmediatamente su carrera hacia la Casa Blanca.
Pasemos ahora de la hipótesis a la realidad y hagan la cuenta de hechos tan verídicos como comprobables en estos días en EEUU: el hipotético político no es Republicano, sino que es un Demócrata y se llama Barack Obama; la congregación es la Trinity United Church de Chicago; el título del libro es "The Audacity of Hope" tomado de una frase del guía espiritual. Cambien todas las referencias arriba expuestas a
blancos ,
anglos o a
Europa y sustitúyanlas por
negros ,
africanos o
Africa , según puede verse en los
principios que inspiran a la Trinity United Church a la que Barack Obama pertenece. Hagan cuentas también de que el pastor, íntimo amigo y guía espiritual de dicho político –Obama- es en realidad
Jeremiah A. Wright , Jr. con permanentes sermones politizados y racistas.
La gran diferencia entre la hipótesis y la realidad es que Barack Obama sigue adelante en su campaña y los medios de comunicación en su mayoría disculpan al senador diciendo que éste ha "denunciado" a su pastor. Nada más lejos de la realidad. Obama escurre el bulto sobre algo que ya sabía desde hace mucho tiempo. Mira para otro lado, como se vio ayer en sus ridículas declaraciones a varios medios. Obama no es el pastor, pero lo ha apoyado y hasta lo ha tenido como asesor de su campaña. Se trata, otra vez, de la farsa de lo políticamente correcto donde el rebaño de la progresía secular en EEUU mira para otro lado y hasta disculpa al pastor racista y al candidato progre que no hace ascos a las miserables declaraciones de su guía espiritual. Jaime Bayly ha explicado muy bien la farsa de Obama y del racista reverendo. No se puede perder esto de vista para entender la manipulación que en torno a la cuestión racial sale siempre –para mal o para peor- del Partido Demócrata. Este es el doble rasero en una campaña donde cada vez se van cayendo más las caretas.