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Democracia en América

El inalienable derecho a la vida

En la Declaración de la Independencia (1776), carta fundacional de los Estados Unidos, Thomas Jefferson y otros de los Padres Fundadores establecieron algunos de los fundamentos de la libertad. Allí nos hablaron de ciertas "verdades que son evidentes por sí mismas" y que consisten en que todos los seres humanos somos creados por igual, que nuestro Creador nos dota de ciertos Derechos inalienables y que entre ellos se encuentran "la Vida, la Libertad y la Búsqueda de la Felicidad". Esas son las palabras que ilustran nuestra cabecera en este blog de LD y esos son también los cimientos del movimiento que aquí en Estados Unidos llamamos "conservador".

Ese primer Derecho, el más fundamental para que puedan darse los siguientes, es el derecho a la Vida. Paradójicamente, resulta ser este mismo derecho el que de manera más falaz ha sido suprimido de buena parte de los países civilizados, y también -lamentablemente- de Estados Unidos. El derecho a la vida es aplicable también a los seres indefensos que están todavía en el vientre de la madre, a pesar de que bajo el eufemístico nombre de "aborto", decenas de países que se autodenominan "civilizados" sigan asesinando cada año a cientos de miles de bebés indefensos e inocentes todavía por nacer. No entraremos aquí a detallar las amplias cuestiones constitucionales o teológicas. En cualquier caso, el mantenimiento de las leyes a favor del aborto provocado es, pura y llanamente, una aberración que viola toda ley natural y moral, además de atentar contra el primero de los derechos humanos. En Estados Unidos, la legalización del aborto hace casi cuatro décadas prueba el avance que el progresismo secular ha dado en este particular, amparado por el Partido Demócrata y el activismo judicial.

Sólo durante el año 2008 los norteamericanos vieron un total de 174 propuestas de votación a nivel estatal. De ellas, 153 fueron votadas el 4 de noviembre en los diferentes estados de la Unión. La cuestión de la defensa de la vida es uno de los aspectos en los que se observa un curioso hecho: la voluntad popular de solucionar la cuestión del aborto, pero la incapacidad de muchos políticos Republicanos a la hora de explicar su posición sin medias tintas. La consecuencia es que millones de electores católicos votaron a Barack Obama, a pesar de ser éste un político totalmente a favor del aborto, prohibido por la Iglesia Católica. Entre otros analistas, María Ozores ya se encargó de detallar con acierto las posiciones antivida de Obama y lo mismo podría hacerse respecto a otros políticos norteamericanos Demócratas que se llaman "católicos" pero apoyan el aborto, como el Vicepresidente Joe Biden, la Presidenta del Congreso, Nancy Pelosi, o Kathleen Sebelius (Gobernadora de Kansas que acaba de ser recién nombrada por Obama como ministra de salud y servicios humanos).

Pero más allá del caso puntual del nuevo presidente, la normalidad con que se acepta el aborto entre la ciudadanía de Estados Unidos y otros países es lo más preocupante y lo que confirma lamentablemente un cambio cultural originado y asumido ya desde la fatídica y todavía hoy cuestionable decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos sobre el caso de Roe vs. Wade en 1973. Para poner todo en perspectiva, entre 1982 y 2006 se dieron en Estados Unidos veintitrés votaciones sobre restricciones en torno al aborto. Los votantes norteamericanos sólo aprobaron cinco de ellas, lo que prueba la falta de comunicación existente en torno a lo que, en esencia, es el aborto. Esa tendencia a no querer alterar la cuestión del aborto se repitió en esas elecciones de 2008, con tres intentos fallidos de prohibir el aborto a nivel estatal y que constituyen un dato preocupante para quienes defendemos el derecho a la vida.

En California, y por tercera vez consecutiva (como en 2005 y 2006), los votantes rechazaron una medida que enmendaba la Constitución de California y que requería a los médicos la notificación a los padres de una menor embarazada al menos 48 horas antes de practicarle el aborto. La medida no requería la aprobación de los padres para proceder al aborto, sino que se limitaba a obligar a los médicos a avisar a los padres. Aun así, el 52% de californianos votó en contra de esta medida, estando a favor el 48%. Lo mismo podemos decir del caso de Dakota del Sur donde, por segunda vez consecutiva, sus ciudadanos rechazaron la prohibición del aborto. La Iniciativa 11 buscaba prohibir todos los abortos excepto en los casos donde la vida de la madre o su salud estuviera en riesgo o en casos de violación o incesto para embarazos de menos de veinte semanas. El 55% de los ciudadanos de Dakota del Sur votó en contra y el 45% a favor de suprimir el aborto.

En Colorado también falló el intento de la Enmienda 48, que fue votada en contra por un 73% de ciudadanos al no aceptar estos la idea de enmendar la Constitución de Colorado para clarificar que la vida humana empieza en el momento de la concepción. El objetivo, obviamente, era acabar con el aborto al definir como "persona" a "cualquier ser humano desde el momento de la fertilización". La definición era aplicable a todos los aspectos de la Constitución del estado, incluyendo aquellas provisiones legales que aseguran el derecho a la vida, la libertad y la propiedad. En dos estados más, otros dos intentos de luchar contra el aborto y prohibirlo no pudieron llegar a ser votados por falta de firmas, tal y como muestra la "Iniciativa del Derecho a la Vida", en Montana, y la "Ley de Prevención de Abortos Forzados e Inseguros", en Missouri.

El particular del aborto sigue siendo uno de los frentes de batalla más importantes que cabe seguir librando. Estados Unidos empieza a notar el implacable avance del progresismo secular pero, pese a las votaciones arriba señaladas, son muchos quienes dentro del movimiento conservador siguen luchando por acabar con el aborto. Dicho avance pro-abortista se debe muchas veces a la tibieza de políticos que siguen mirando hacia otro lado e incumplen los principios básicos de lo que son los fundamentos de la vida y la libertad. Porque la vida humana debe ser respetada y protegida desde el momento mismo de la concepción a fin de poder cumplir con el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida. En este punto no caben medias tintas y el esfuerzo de todo ser humano debe ser acabar con este salvaje uso a la moda de asesinar a inocentes por nacer, y todo bajo excusa de que otro -en este caso la madre o el Estado- decida que el aborto es la solución.

¿Qué tal, querido lector, si alguien hubiera decidido que era mejor que ud. no naciera?

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