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Democracia en América

EEUU o el triunfo de la democracia representativa

No iba esta noche a escribirles nada, sobre todo para no monopolizar mis opiniones y dejar que tanto David Jiménez como Pablo Kleinman les cuenten las suyas. Pero como este lunes Estados Unidos acaba de vivir un día importante, y como los martes en España es día libre en el calendario de quienes hacemos Democracia en América, aquí me tienen. Además, como ellos escribirán el miércoles y el viernes respectivamente, aprovecho para darles un poco más la brasa y contarles de manera algo más informal y en clave electoral lo que me parece todo este espectáculo financiero en Washington que hemos vivido cercanamente los contribuyentes norteamericanos.

Antes de ello, uno no puede dejar de elogiar los interesantes comentarios de quienes responden a nuestras entradas con valiosas opiniones en este blog. No es fácil seguir la vida política norteamericana desde la otra orilla, pero quienes están ahí cada día siguiendo nuestro blog y las noticias de LD dejan claro en muchas ocasiones estar muy bien informados. Y hoy, a falta de cinco semanas exactas para las elecciones presidenciales, vale la pena apuntar algunas cosas.

Primero. Una vez más ha quedado demostrado, particularmente este lunes en Washington, que la democracia sólo es tal cuando resulta ser verdaderamente representativa. Y en Estados Unidos lo es, pese a lo que les cuenten algunas plumillas de infinito sarampión antiamericano tan proclive en la vieja España. Este lunes ha sido un día grande para la democracia norteamericana al comprobar cómo la presión de la ciudadanía con cartas, llamadas telefónicas y correos electrónicos a sus representantes en Washington ha vuelto a funcionar impidiendo la aprobación de un monstruoso plan antiliberal de "rescate" financiero.

Segundo. Hablamos de un movimiento ciudadano norteamericano comprometido de verdad, exigente con sus políticos y que ha contado con millones de llamadas desde uno y otro lado del espectro político a las oficinas de los congresistas para matar tan lamentable plan. Y ha resultado. En suma, que esto es lo que diferencia la grandeza de un sistema verdaderamente democrático en el que ni siquiera la voluntad del presidente y de la mayoría Demócrata del Congreso -aunque sean del mismo o de distinto partido- es capaz de vencer a la fuerza de la ciudadanía. Lo vimos ya en junio de 2007, con el proyecto de ley de reforma migratoria, y hoy lo volvemos a presenciar.

Tercero. A nadie puede escapar ya que estamos ante un Congreso de mayoría Demócrata que se halla bajo mínimos en cuanto a aprobación popular y que no llega al 18% de aceptación, o sea diez puntos menos que el malquerido e insultado Bush, que ya es decir... Este mismo lunes, Nancy Pelosi ha demostrado que ni ella ni el líder de la mayoría Demócrata en el Senado, Harry Reid, son capaces de sacar adelante ningún proyecto de ley, ni ninguna acción legislativa sustancial. En suma, se trata de lecciones importantes de cara a la elección de noviembre... Claro está que los mercados y las bolsas tendrán en estos días venideros grandes toboganes financieros, ajustes y reajustes que siempre son preferibles a la ingeniería gubernamental.

Cuarto. En clave electoral, que es aquí lo que nos interesa, vale decir: que Obama ha estado escondido tras los arbustos todo este tiempo: bajo el ala aleve del leve abanico parece querer votar "presente", sin definirse, como ya hiciera en sus años de Chicago... y pide que lo llamen si lo necesitan... En cambio, y pese a lo que diga el tsunami mediático progre, McCain fue quien dio impulso a los congresistas conservadores para que movieran ficha en esta crisis. Lo hicieron cambiando partes del plan inicial, en lo que les dejaron, y este lunes -al ver el sectarismo de los mandones progres- han votado mayoritaria y acertadamente en contra el nefasto plan. Por eso, vista la fuerza de los conservadores, en manos de McCain está ahora liderar lo que haya de venir en estos días, pues nadie duda de que algún otro plan habrá de pasar por el Congreso. McCain debe mostrar ahí auténtico liderazgo, justo del que carece Obama aunque quiera disimularlo.

Quinto. Las encuestas de cara a las presidenciales significan a estas alturas todavía muy poco. En la elección para el segundo mandato de Ronald Reagan en 1984, por ejemplo, justo tras la Convención Demócrata en San Francisco, Reagan perdía a esas alturas de la campaña por 18 puntos con respecto a su rival Demócrata Walter Mondale. Luego... ya vimos lo que ocurrió: Reagan ganó 49 de los 50 estados en una célebre paliza a la cantinela socializante de Mondale. Ya sabemos que McCain no es Reagan, pero aun así no conviene conceder demasiado crédito a la escasa ventaja de 5 puntos de media que Obama lleva ahora en las encuestas sobre McCain. Cinco semanas son muchos días y cinco puntos son muy escasos pues apenas andan en el margen de error. El pueblo norteamericano no es ajeno a lo que verdaderamente importa, que es la libertad en todos los ámbitos de la vida, incluida la economía. Es por ello que aquí, y pese a que ya hemos criticado lo que no nos gusta de McCain, uno se atreve a pronosticar que esta elección será en último término un referéndum sobre Obama. Y siendo así, al final los norteamericanos acabarán optando por McCain. Por McCain y por Palin, a la que algunos quieren ya dar por muerta...

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