Don Alberto cita con acierto en su última entrada la llamada "culpa blanca" como uno de los elementos que atraen a muchos (sobre todo a muchos jóvenes) a la candidatura de Obama. A mí es algo que me ha fascinado desde el primer momento en que llegué a un país tan marcado por cuestiones raciales como Estados Unidos, y proviniendo de un país que hasta hace poco ha sido uno de los más homogéneos, en términos raciales, de Europa. Digo que me fascina porque, como todo fenómeno relacionado con las cuestiones raciales en América, es dificilísimo de analizar y comprender (sobre todo para los que, por culpa de las malditas clases, tenemos que mantener el libro de Shelby Steele en standby…).
La "culpa blanca" tiene, sin duda, un elemento de indoctrinación bastante palpable. Los profesores de primaria y de secundaria estadounidenses dedican horas y horas y días y días a organizar programas y clases dirigidas hacia la "racial awareness" (conciencia racial), ese término tan adorado por estas tierras y que incluye la dimensión sociológica, cultural, e histórica de la situación racial en América. Novelas como "La Cabaña del Tío Tom," "Ojos Azules," "Matar a Un Ruiseñor" o "Their Eyes Were Watching God" son parte fundamental del currículum de cada instituto norteamericano; novelas que (y que conste que no estoy emitiendo ningún tipo de juicio sobre su valor literario…) apuntan, tanto directa como indirectamente, un dedo acusador hacia los blancos tanto por los siglos de opresión de la raza negra como por la deplorable situación socioeconómica actual de la mayoría de afroamericanos. Recuerdo una agitada discusión durante mi último curso en un internado de Nueva Jersey a propósito de un ensayo de Chinua Achebe que denunciaba a "Huckleberry Finn" como una novela racista por contener la palabra "nigger." La clase, compuesta enteramente de adolescentes blancos, se partió por la mitad entre Achebistas y anti-Achebistas.
Y para qué hablar de la universidad. Casi todas las grandes universidades tienen departamentos de Estudios Afroamericanos; las semanas de orientación para los estudiantes de primer año abundan con paneles, seminarios, coloquios y discusiones para incrementar su "conciencia racial;" y más o menos una vez al mes alguno de los muchos grupos estudiantiles trae a un nuevo "experto" en el tema racial a dar una charla. Además de todas las clases semestrales que tratan, central o tangencialmente, el tema de la raza.
Y todo esto sin mencionar otros elementos como el Black History Month, el Martin Luther King Day, o las referencias constantes, tanto en los medios como a nivel de calle, al tema racial.
Esto podría llevar a un observador a entender el fenómeno de la "culpa blanca" como el resultado de una indoctrinación que viven los chicos y chicas blancos americanos desde el momento en que encienden la tele o entran en el colegio. Un fenómeno, por tanto, que tendría poco que ver con la realidad, y que les atraería a un candidato que parece capaz de redimirles: Obama.
Sin embargo, y aunque creo que hay un elemento de indoctrinación en todo lo que se refiere a la "culpa blanca," no puedo dejar de pensar que hay un factor también de observación diaria-- un elemento que proviene de los propios chicos y chicas blancos y no de una ideología implantada. Nunca se me quitará de la cabeza, por ejemplo, el momento en el aeropuerto de Chicago-Midway en que, en la cola de un Burger King, me di cuenta de que todos los que estaban al otro lado del mostrador eran negros. Y que todos los que estábamos a mi lado éramos blancos. Y la experiencia se repite: en todos los comedores del campus, en todas las lavanderías, en el DMV, en los turnos de medianoche (ominosamente apodados "graveyard shifts") de restaurantes, moteles, gasolineras… así que me cuesta atribuir todo a mera indoctrinación. Lo cierto es que los ojos dan bastantes argumentos a la "culpa blanca." El que las conclusiones sean acertadas o no… es tema para otro día.
(Y esperemos que ese día me salga una entrada de dimensiones razonables)