Entre las malas decisiones tomadas por distintos países al comienzo de la pandemia, como la de retrasar las medidas en España para poder celebrar manifestaciones el 8-M, destaca como una de las peores el traslado de enfermos de coronavirus de menor gravedad de vuelta a sus residencias. La idea era rebajar la presión hospitalaria y que dichas residencias colaboraran en los esfuerzos médicos. La consecuencia inevitable, que el virus campara a sus anchas precisamente ahí donde había más población vulnerable, causando estragos.
Varios gobiernos de Estados Unidos tomaron esta medida, que provocó miles de muertes evitables en todos ellos, muertos de los que luego los medios han culpado a Donald Trump, naturalmente. Y aunque el ejemplo más publicitado es el de Nueva York, también Pensilvania adoptó esta política. En verano ya habían muerto 5.000 personas en las residencias, dos tercios del total de fallecidos en el estado, una cifra que en algunos condados ascendió al 80 y el 90 por ciento del total. El FBI llegó a considerar investigar como delito la gestión de la enfermedad. Pues bien, Rachel Levine era la secretaria de Sanidad del Estado que tomó esa decisión. Y mientras sus instrucciones seguían en vigor, sacó a su madre de 95 años de la residencia donde estaba.
Pero la política de identidad manda. Vistos estos antecedentes, parece claro que la nominación de Biden tiene como causa fundamental no la profesionalidad de Levine, sino su condición de transexual. De hecho, es la forma más benigna de examinar su nominación, porque si lo ha hecho por su decisión de condenar de muerte a miles de ancianos, la elección sería todavía peor. Si los republicanos se oponen a su confirmación, serán tratados como transfobos, que es lo que se busca. En su cargo, Rachel Levine supervisará el trabajo de numerosas agencias, entre ellas la Food and Drug Administration, responsable de la aprobación de nuevos medicamentos y vacunas, y el National Health Services, lo que supondrá entre otras cosas que será la jefa del doctor Anthony Fauci, quien ocupa en Estados Unidos el cargo equivalente al de Fernando Simón en España.