El todavía presidente de EEUU, Donald Trump, continúa haciendo frente al que ha considerado siempre la gran amenaza para EEUU y Occidente, el Partido Comunista Chino. A pocos días de que Joe Biden jure el cargo como presidente de los EEUU, el republicano ha firmado una nueva orden ejecutiva, en la noche del miércoles 13 de enero, que insta a los inversores estadounidenses a que se deshagan por completo de sus tenencias de valores en las compañías militares chinas incluidas en la lista negra del Pentágono. Con este golpe a China, Trump busca limitar la financiación de empresas ligadas al Ejército y a los servicios de inteligencia del régimen de Xi Jinping, antes de abandonar la Casa Blanca.
Mientras los demócratas en la Cámara de Representantes, junto con 10 republicanos, votaban a favor del juicio político a Trump, el presidente daba un discurso en el que reiteraba su condena a la violencia por los hechos acaecidos en el Capitolio. Instantes después, procedió a limitar la actividad de las empresas conectadas con el Ejército Popular de Liberación de China.
Hay que decir que Trump y el secretario de Defensa, Mike Pompeo, han mostrado su preocupación, en estos últimos días de mandato, por la colaboración que puede brindar la Administración de Biden a China, reforzando así al gigante asiático y otorgándole una posible hegemonía mundial. Y no es para menos. China cuenta con las fuerzas armadas más grandes del mundo y, por si fuera poco, tienen un nuevo proyecto entre manos, de ahí la prisa de la Administración de Trump en proteger a EEUU del peligro expansionista del régimen chino.
Según la orden ejecutiva, el gobierno chino obliga a empresas privadas a apoyar sus actividades militares, y a través de los mercados de capital, "explota a inversores de EEUU para financiar el desarrollo de su Ejército". Además, los mismos servicios de inteligencia conciben a China como el país que más espías del Partido Comunista tiene desplegado en Occidente, según desvelan múltiples investigaciones del FBI.
Fusión civil-militar
Y es que, tal y como recoge el Departamento de Defensa americano, la República Popular de China trabaja hacia la fusión civil-militar, con el fin de modernizar el Ejército Popular de Liberación (EPL). El objetivo de las autoridades chinas sería garantizar el acceso del ejército a tecnologías avanzadas y a la experiencia de las empresas, universidades y programas de investigación de la República Popular China", todas estas entidades civiles.
Según el decreto, también se permite al secretario de Defensa "enumerar públicamente si una empresa es una empresa militar china comunista". Y de acuerdo con la orden del 11 de noviembre, "se prohíbe a los estadounidenses invertir en un grupo de 35 empresas chinas que suministran y apoyan al ejército de China y a su aparato de inteligencia".
En esa lista negra de empresas que colaboran con el ejército chino, y que ha sido elaborada por el Pentágono, se encuentran China Unicom y China Mobile. Trump, sobre todo, pretende evitar que los inversores estén financiando al ejército del Partido Comunista Chino sin saberlo. Cabe recordar que el pasado 11 de noviembre el presidente republicano recalcó que "la República Popular China está explotando cada vez más el capital de los EEUU para obtener recursos y permitir el desarrollo y la modernización de sus fuerzas militares y de inteligencia". La cuestión ahora es si los demócratas seguirán la senda de la política marcada por Trump con China o si, por el contrario, terminarán claudicando a los intereses de Xi Jinping.