Una exinvestigadora del FBI con acceso a información clasificada se casó en 2014 en Siria con un yihadista alemán que tenía asignado investigar, según una exclusiva publicada por la CNN.
Daniela Greene, traductora e investigadora del Buró Federal de Investigación (FBI), viajó a Siria en secreto en junio de 2014 para casarse con el rapero alemán convertido en miembro del Estado Islámico (EI) Denis Cupert.
Greene, que por entonces estaba casada con un militar estadounidense, se arrepintió de su viaje a Siria pocas semanas después de su casamiento con el mismo yihadista que tenía que investigar y se ofreció a colaborar con las autoridades estadounidenses. En agosto de 2014, Greene consiguió escapar de Siria, cruzar a Turquía y volar a Estados Unidos para entregarse a las autoridades.
An FBI translator traveled to Syria in 2014 and married a key ISIS operative she had been assigned to investigate https://t.co/EYqGVbSdie pic.twitter.com/rPMHeI3vEu
— CNN (@CNN) May 2, 2017
A cambio de colaboración, Greene fue acusada por un delito menor de ocultación de información y falsedad que le acarreó dos años de prisión y que le ayudó a evitar cargos mucho más graves de colaboración con el terrorismo o filtración de información clasificada.
Según la investigación de CNN, Greene estaba encargada de investigar a Cupert, un alemán que se cambió el nombre a Abu Talha al Almani, que se había unido al EI en Siria y es considerado uno de los responsables de las operaciones de reclutamiento del grupo terrorista en internet.
La agente del FBI, que fue liberada el pasado verano y sobre cuyo caso pesaba hasta ahora el secreto de sumario, mantuvo contacto con el yihadista fuera del control de sus supervisores en la agencia policial federal.
La mujer, de 38 años, se arrepintió a las pocas semanas de haberse unido al EI, asegurando en mensajes a una persona en EEUU no revelada que su vida corría peligro y que no sabía si lograría escapar de la zona de control de los yihadistas.
Los fiscales de su caso pidieron una dura pena por su comportamiento, pero el juez tuvo en cuenta su arrepentimiento para imponerle una pena de solo dos años de cárcel. La mujer, nacida en la antigua Checoslovaquia, trabaja ahora como empleada de un hotel e intenta mantener una vida de bajo perfil por miedo a que su vida y la de su familia corran peligro.