El presidente de Estados Unidos no es elegido directamente por los votantes. Las papeletas en las urnas sólo sirven para elegir a un número de electores por cada estado, que son quienes más tarde se reúnen y votan quién será elegido. Pero en la mayoría de los estados no están obligados a optar por el candidato que han votado los ciudadanos, e incluso en algunos de los estados en los que sí están obligados se enfrentan a una multa que no es excesiva.
Esto provoca que, de tanto en tanto, aparezca la figura del "elector infiel", que es aquel que no respeta el deseo de los votantes de su estado, sobre todo tras unas elecciones con un resultado amplio en las que una defección individual cuenta poco. Por ejemplo, en 1972 un elector infiel del Partido Republicano decidió no votar por Nixon y optó por Toni Nathan, que se presentaba a la vicepresidencia por el Partido Libertario, lo que la convirtió en la primera mujer y en la primera judía de cualquier sexo en recibir un voto electoral en Estados Unidos.
Desde hace semanas, incapaz de aceptar la derrota, la izquierda norteamericana se ha empeñado en provocar una insurrección en las filas de los 306 electores republicanos para que no voten a Trump. Aun en el caso de que hubieran tenido éxito y el millonario no hubiera alcanzado el mínimo de 270 electores necesarios para ser investido, estos electores no hubiesen optado por Clinton sino por otro republicano, de modo que el Colegio Electoral fracasaría y al presidente lo elegiría la Cámara de Representantes, que también está en manos republicanas y que seguramente hubiese votado a Trump también. Una táctica bastante estúpida, como ven, pero que pensaban que era el último recurso para evitar que el magnate llegara al poder.
Pero ahora el Colegio Electoral se ha reunido y el espectáculo no ha sido el que esperaban los demócratas. Sí, un total de 7 electores han decidido ser infieles al mandato de los votantes, lo que supone un récord. Pero de ellos, sólo dos son republicanos y cinco demócratas. Así, el resultado ha sido de 304 votos para Trump, 227 para Clinton, tres para Colin Powell, uno para Bernie Sanders, uno para John Kasich, uno para Ron Paul y uno para la líder india Faith Spotted Eagle (Águila Moteada de Fe), conocida en el país por dirigir las protestas contra la construcción de un oleoducto a su paso por Dakota del Norte. Si ya era ridícula la campaña para presionar a los electores republicanos, que ha incluido hasta un anuncio con Martin Sheen y otros actores y actrices de segunda fila, su estrepitoso fracaso no debería sino avergonzar aún más a sus responsables y a quienes la han apoyado.
Pese a que ya es presidente, los tiempos de la democracia americana, que vienen de la época en que se redactó la constitución y tanto viajar como informar de los resultados era un proceso lento, siguen su curso. El día 6 de enero el vicepresidente Biden, como presidente del Senado, certificará los resultados y el 20 de enero Donald Trump será investido en una ceremonia en Washington donde se espera que la izquierda americana siga mostrando su mal perder con varias manifestaciones de protesta.