El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, arremetió este domingo nuevamente contra China en medio de las críticas que ha recibido en los últimos días desde Pekín por su reciente conversación telefónica con la mandataria de Taiwán, Tsai Ing-wen, informa Efe.
"¿Nos preguntó China si estaba bien devaluar su moneda (haciendo más difícil a nuestras empresas competir), aplicar tasas excesivas a nuestros productos que entran en su país (Estados Unidos no lo hace) o construir un gran complejo militar en medio del mar del Sur de China? Creo que no", lanzó Trump en su cuenta de Twitter.
Did China ask us if it was OK to devalue their currency (making it hard for our companies to compete), heavily tax our products going into..
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 4 de diciembre de 2016
their country (the U.S. doesn't tax them) or to build a massive military complex in the middle of the South China Sea? I don't think so!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 4 de diciembre de 2016
Horas antes de la arremetida de Trump, el vicepresidente electo estadounidense, Mike Pence, había tratado de quitar hierro a la polémica suscitada por la controvertida llamada al asegurar en una entrevista a un canal de televisión que solo fue "de cortesía".
Tsai telefoneó a Trump el pasado viernes para felicitarle por su éxito en las elecciones y ambos mantuvieron una conversación que provocó más tarde una protesta formal del Gobierno chino y generó altas expectativas en Taiwán.
Esa llamada rompió casi cuatro décadas de sensible política exterior de Estados Unidos hacia China y obligó a la Casa Blanca a salir al paso para recordar que el único Gobierno chino al que reconoce Washington desde 1979 es el de Pekín.
Los expertos en política exterior sostienen que la llamada podría alterar las relaciones entre ambos países, ya que el gigante asiático considera a la isla de Taiwán como una provincia "rebelde" y parte del territorio bajo su soberanía.
En un primer momento, las autoridades chinas quisieron minimizar el asunto y aseguraron que la llamada fue un "pequeño truco" de Taiwán, pero posteriormente elevaron el tono y presentaron una protesta formal ante Estados Unidos. Pekín urgió a Washington a mantener su compromiso con el principio de una "sola China" y le pidió que maneje "cuidadosamente" los asuntos relacionados con Taiwán para evitar "daños innecesarios".