Con casi todos los votos escrutados, Bernie Sanders ganó a Hillary Clinton por una diferencia superior a diez puntos en Wyoming, un estado del centro de Estados Unidos, con poca densidad de población, con una comunidad mayoritariamente blanca y con poca presencia de las minorías hispana y negra.
La victoria de Sanders, autoproclamado socialista democrático, se traduce en un pequeño puñado de delegados para la convención del Partido Demócrata de julio, en la que se elegirá al candidato demócrata para las elecciones presidenciales de noviembre. No obstante, la pequeña cifra de delegados (7 de 14 según las primeras estimaciones) que se adjudicó Sanders no le permitirá ni de lejos estrechar la diferencia que le separa de Clinton y asegurarse la nominación, dado que debería llegar a los 2.383 delegados y en la actualidad solo cuenta con alrededor de un millar.
La ex secretaria de Estado cuenta actualmente con más de la mitad de los 2.383 delegados necesarios para la nominación presidencial y tiene una ventaja de más de 200 sobre Sanders.
Los analistas apuntan que Wyoming, un estado profundamente republicano, votará por el candidato del Viejo Gran Partido ("Grand Old Party", GOP, como se conoce la formación conservadora en EEUU), sin importar si su nominado es el magnate Donald Trump, que ha cosechado la oposición de la vieja guardia de los republicanos. Aun así, Wyoming solo reparte una pequeña cifra de delegados, por lo que el plato fuerte será el 19 de abril en el estado de Nueva York, donde habrá un gran número de delegados en juego tanto para los demócratas como para los republicanos.
Esta semana, las elecciones primarias celebradas en el estado de Wisconsin (centro-norte de EEUU) dieron la victoria a los aspirantes alternativos a la Casa Blanca: Sanders en el campo demócrata y el senador Ted Cruz en el republicano. Esas primarias de Wisconsin castigaron duramente a los favoritos Clinton y Trump, que partían con ventaja en las encuestas.