El tirano de Cuba, Raúl Castro, no sólo ha sido el protagonista casi absoluto -con permiso de Maduro- de la VII Cumbre de las Américas -a la que asistía por primera vez-, sino que además sale de la misma como un gran triunfador. Todo gracias a Barack Obama y su política de acercamiento a la isla caribeña. Los gestos entre ambos, saludándose, charlando, dedicándose amables palabras de respeto y admiración y finalmente reuniéndose, han sido rentabilizados al máximo por el dictador. Los medios de comunicación de medio mundo han tachado el encuentro de histórico, mientras que en Cuba los medios oficiales han dedicado grandes titulares al acercamiento norteamericano y al discurso de Castro, que combinó sus quejas habituales contra EEUU, con halagos a su presidente, Barack Obama.
Para algunos analistas, Castro no sólo logró el apoyo unánime de todos los mandatarios del continente, sino que además la cumbre certificó que la isla está "en el centro" de la política exterior de Estados Unidos, país "que ya no habla de un cambio de régimen en Cuba". Tampoco ha trascendido ningún tipo de conversación sobre la disidencia cubana. Precisamente, los opositores al castrismo -presentes en Panamá- han sido los grandes ofendidos, ya que en los primeros días de la cumbre, miércoles y jueves, fueron agredidos e insultados por la delegación que acompañaba a Castro.
Los cubanos han seguido con mucho interés la cumbre de Panamá, ya que la televisión estatal ha dado una amplia cobertura de la misma, incluido el discurso íntegro y en directo de Obama, algo insólito en los últimos cincuenta años. Tal ha sido la expectación en la isla que el diario oficialista Granma, portavoz del Partido Comunista de Cuba, que no circula los domingos, lanzó una edición especial en la que destaca en portada el carácter histórico del evento.
Las organizaciones de disidentes cubanos en España, sin embargo, miran con pesimismo la asistencia del gobierno de la isla a la Cumbre. Carlos Payá, del movimiento cristiano Liberación, sostiene que un logro hubiera sido que la Cumbre lograra un compromiso del gobierno cubano a reconocer las libertades de los ciudadanos y dar un paso hacia la democracia. Cosa que, de momento, no ha sucedido.
Otros, como Alejandro Rodríguez, del Observatorio Cubano de Derechos Humanos, asegura que aunque no tienen confianza de que en la Cumbre haya logros destacables para Cuba, no sobra insistir para que Cuba entre en la dinámica política internacional y cambie el escenario político en la isla.