El presidente de EEUU, Barack Obama, está viendo cómo su seguridad está siendo burlada por todo tipo de delincuentes ante la perplejidad del Servicio Secreto, el que se presupone es el mejor equipo de seguridad del mundo.
Comparte ascensor con un delincuente
Tal y como revela The Washington Post este miércoles Obama compartió ascensor el pasado día 16 de septiembre en Atlanta con un empleado de seguridad subcontratado con antecedentes penales y que iba armado.
Un incidente que viola los protocolos del Servicio Secreto ya que éstos obligan a investigar el historial delictivo de todos los empleados, invitados y voluntarios en varias bases de datos, un examen que también deben pasar los subcontratados por el Gobierno para labores de seguridad, explica el citado diario.
El empleado de seguridad despertó las sospechas de los agentes del Servicio Secreto al negarse a dejar de grabar con su móvil a Obama durante los minutos que compartieron espacio. Cuando salieron del ascensor, los agentes lo interrogaron y fue entonces cuando descubrieron que había sido declarado en tres ocasiones culpable por asalto y agresiones, así como que estaba en posesión de un arma en ese momento.
La directora del Servicio Secreto, Julia Pierson, no remitió lo ocurrido a la unidad de investigación que revisa normalmente las violaciones de protocolo sino que prefirió una "revisión interna", según las fuentes del Post.
Este incidente ha trascendido el mismo día que Pierson compareció en una audiencia ante la Cámara de Representantes para responder ante los fallos de seguridad de la agencia que dirige ya que ésta no ha sido la única ocasión en la que Obama ha visto peligrar su seguridad. El último incidente ocurrió el 19 de septiembre cuando un hombre armado logró por primera vez entrar en la Casa Blanca.
84 metros sin ser capturado
Omar J. González, un texano de 42 años, logró saltar la verja del jardín de la Avenida Pensilvania, recorrer los 60 metros que la separan del Pórtico Norte, entrar en la mansión presidencial y atravesar los 24 metros de largo que tiene la East Room antes de ser detenido por un agente.
El acusado podría recibir una condena de hasta un máximo de 16 años de cárcel por los cargos de allanamiento de morada armado, por portar un arma fuera de una casa o un centro de negocios y por la posesión ilegal de munición.
Tiros en una ventana
Los "despistes" del Servicio Secreto se remontan a finales de 2011 cuando un individuo logró disparar hasta siete veces a la Casa Blanca desde su coche aparcado en plena calle.
Los agentes no se percataron de los disparos ya que atribuyeron el sonido de los tiros al tubo de escape de un coche. Cuatro días después, una limpiadora de la Casa Blanca encontraba casquillos de bala, pedazos de cristal y cemento desprendido a causa del tiroteo en una de las ventanas de la residencia de Obama.