El ciudadano estadounidense y exagente del FBI Robert Levinson, que desapareció en Irán en 2007, estaba trabajando en una misión de la agencia de inteligencia de la CIA sin el conocimiento de oficiales responsables de este tipo de operaciones.
Según publicó hoy el Washington Post, Levinson viajó en 2007 a la isla iraní de Kish para reunirse con un fugitivo buscado por la muerte de un crítico con el régimen de los ayatolá en territorio estadounidense en 1980.
Según el contenido de correos electrónicos de Levison, éste viajó a Irán en acuerdo con una analista amiga de la CIA, sin el conocimiento de los responsables de la agencia en la región, pese a que se le había asegurado que se le sufragarían los gastos del viaje.
Hasta el momento el gobierno estadounidense había reiterado que Levinson había viajado a Irán por asuntos privados, pero tras indagar más a fondo se ha percatado de que debido a irregularidades el exagente trabajó para la CIA sin pasar por los controles adecuados.
Eso ha llevado a que desde 2008 se ha disciplinado a una decena de agentes de la CIA, incluidos tres veteranos analista que fueron obligados a abandonar la agencia, y a revisar los protocolos de obtención de información a través de contratistas privados.
Tras una profunda revisión la CIA concluyó que había sido responsable de la suerte de Levinson y ha pagado más de 2,5 millones de dólares a su esposa, exagente de inteligencia estadounidense, y a su familia.
Tras la entrevista en marzo de 2007 con el fugitivo, Levinson desaparece sin dejar rastro, supuestamente detenido por servicios de inteligencia iraníes, que lo habrían interrogado para obtener información sobre la CIA.
Últimas pruebas de vida
No obstante, Irán ha negado consistentemente que tenga nada que ver con la detención de Levinson, el estadounidense que más tiempo ha sido mantenido como rehén en el extranjero por motivos políticos en la historia del país.
Levinson, que ahora tendría 65 años, dejó el FBI en 1998 y pasó a trabajar como investigador en el sector privado, pero mantuvo contactos con la CIA, con la que trabajó como contratado externo para obtener información de la guerrilla colombiana, del ex presidente venezolano Hugo Chávez o del programa nuclear iraní.
Las últimas pruebas de vida que recibió la familia de Levinson fueron en abril de 2011. Un conjunto de imágenes en las que aparecía con ropa de presidiario naranja y rogaba su liberación.
Los investigadores no saben el paradero de Levinson, ni siquiera si está vivo, y temen que pudiera haber muerto durante los interrogatorios o en su confinamiento y los servicios de inteligencia iraníes no quieran reconocer que falleció bajo custodia.